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Un ejercicio impostergable: pensar la urbe del futuro, por William Niño Araque

Las ciudades corresponden a una narrativa inconclusa; una novela abierta a múltiples capítulos a través de los cuales se describen las más inesperadas odiseas. Las ciudades también pueden comparase con los estilos literarios; algunas se acercan a la épica caballeresca, otras a la abstracción lírica, a la par de muchas escritas en un estilo opaco y brutal. Desde esta perspectiva, Caracas podría definirse como una paradójica contraposición entre la tragedia y la escena virgiliana; su particularidad narra la insistencia de un espacio que no se reconoce a si mismo en su potencia descomunal. El hilo de su construcción y desventura reside en el olvido inmemorial.

Tal vez esta inconsistencia inexplicable se cifra en el desconocimiento del territorio, de cara a un nuevo tiempo por construir. Inesperadamente y sin conciencia Caracas descifra un nuevo texto en el que todo se hace ciudad; y es que desde Carayaca hasta Guarenas Guatire, desde Los Altos Mirandinos y la Panamericana, hasta el frente marítimo del litoral, todo es ¡Caracas!. Hoy la extensión de su superficie, inevitablemente trasladó los límites inscritos en el área Metropolitana, establecidos desde 1951, en la cual se refrendaba como urbano el eje contenido entre Catia y Petare. Ahora, todo es ciudad, y con más de medio siglo de retraso, vivimos a expensas de esa herencia chucuta, marcada con un complejo extremo de “enanización”. Una pequeñez dimensional que exhibe a su vez, los complejos que abaten la Capitalidad.

Tal vez, este complejo, ahora engorroso y vergonzante referido a la “capitalidad” ha impedido la visualización y el dominio de sus extensiones a la luz de una ciudad abierta, anhelante y competitiva desde su escala internacional: Bogotá, Cartagena de Indias, La Habana, San Juan de Puerto Rico, Lima, Miami, Buenos Aires, Sao Paulo o Río de Janeiro, establecen el patrón de un principio de autoridad; un paradigma de bienestar y competencia al que Caracas, tristemente, no logra ingresar. Y es que la novísima y esperanzada ciudad de los años cincuenta, colosal y heroica en su proyecto de modernidad, se ha desplazado desde uno de los principales lugares urbes del continente, a lo que hoy la define como casi la última en el ranking de las grandes ciudades de la región.

El desafío que orienta una reubicación en el sistema de ciudades continental, insistimos, está en el reconocimiento de su voluntad histórica, que la condujo desde el siglo XVIII a la narrativa de un capítulo fundacional y de alcance histórico libertario. Hoy, ¡todo es ciudad¡ hoy, hasta la montaña gigantesca y monumental, decretada Patrimonio Nacional desde 1958 ha pasado a instaurar la “pieza fundacional” de la dinámica caraqueña del siglo XXI.

Habría que definir las acciones y argumentos que contextualizan este nuevo capitulo, referido al señorío y la capitalidad: El sentido de su verdadera territorialidad; la dimensión de su extensión a la luz, no ya, de cuatro millones de habitantes, sino a partir de las exigencias de los seis millones de caraqueños inexorablemente la habitarán en el 2030. Habrá que cuestionar y plantear las expansión irreversible de Caracas hacia los ámbitos y paisajes de Barlovento; habrá que negociar su natural derecho sobre la arcadia marítima extendida a lo largo de una franja de 40 kilómetros, de caraqueñidad salitre; Catia La mar, La Guaira, Macuto, Naiquatá, Anare, Los Caracas, ¡todo es ciudad!, a lo largo de todo ello resuena una toponimia caraqueña.

A esta negociación entre gobernabilidad y territorios del paisaje de mar, se suman dos paisajes particularísimos y vitales: Los ámbitos de las autopistas y los cerros cubiertos de ranchos que cimientan una babelita descomunal.

La hipótesis que fundamenta el mapa de la Ciudad Ideal del 2030 define a Caracas como un aro perimetral de funcionamiento que envuelve la montaña; este paisaje se extiende desde Catia hasta Petare y desde allí, hasta Guarenas-Guatire: Hacia el norte el frente marítimo se despliega desde el Puerto de La Guaira y el aeropuerto de Maiquetía, hasta el extremo de Los Caracas; una “carretera del placer” vincularía a Guarenas con la Ciudad Vacacional Los Caracas; una Autopista del trabajo relaciona Catia con Maiquetía; en el centro vibra el jardín más gigantesco del mundo: el Ávila, la selva húmeda tropical.

Tal vez las acciones indispensables que transformarían esta bizarra novela que describe hoy a Caracas, como el territorio parcializado de los conflictos y que la trasladaría a una épica más allá de la modernidad, está en la definición de un guión urbano escrito a lo largo de 12 capítulos: la intervención del Puerto de La Guaira y el aeropuerto de Maiquetía, potencia la recuperación del frente marítimo; esta acción exige la prolongación de la Cota Mil desde la avenida Baraldt hasta Catia y la Autopista Caracas La Guaira. A esta reconstrucción del tejido vial se suma la inmediata rehabilitación física de los barrios de Gramoven, Catia, Petare, La Vega, Valle-Coche, y Las Minas de Baruta. Este planteamiento se fortalece en la necesaria atención al Portal de Llegada Sur, desde la estación de trenes provenientes de Valencia-Charallave y el mercado Periférico de La Rinconada, marcando como punto central de llegada a la nueva ciudad conmemorativa la Plaza en ciernes de la Zona Rental. Como un lineamiento indispensable de este capítulo, se visualiza la construcción de la Circunvalación del Sur, como la vía alterna entre Hoyo de la Puerta y Petare, despejando así la autopista central. Es necesario insistir en la culminación Metro de Caracas y el sistema de túneles Prados del Este- Valle-Coche, Santa Fe-Valle-Coche. Los ejes peatonales de espacio público entre Catia y Petare, en sentido este-oeste, y los ejes de La Rinconada-el Ávila, y la Trinidad, el Country, el Ávila en sentido Sur-Norte; es necesario incorporar como Parque urbano, los campos de Golf del Country, Valle Arriba, La Carlota y el Fuerte Tiuna. Se hace imprescindible concluir el Parque Vargas y La Plaza de La Hoyada, como centro de este sistema de peatonalidad, el cual fortalecería el funcionamiento del todo Casco Central. De todo este sistema el Ávila permanece como el recurso del mercadeo y recreación. Su hipótesis prevé que para el 2030 este parque Metropolitano abastecerá servicios y recursos de funcionamiento a una población flotante de 150.000 excursionistas durante las temporadas altas o durante los fines de semana, solo en la búsqueda del placer.

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Este texto fue publicado originalmente en Lector Urbano en Octubre de 2008 y fue publicada en Prodavinci en enero de 2009 gracias a la Fundación para la Cultura Urbana.