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Despachos desde Guadalajara (I) -Sobre autores y otros personajes-

Foto © FIL 2010 / Ana Karen Reyes

La vigésimo cuarta Feria Internacional del Libro de Guadalajara empezó con una muestra variopinta de óleos literarios. Cada una de las casi 2000 editoriales aquí convocadas mostró su mejor pinta, los más de 170 agentes literarios desfilaron entre el salón de derechos y el de profesionales o buscaron novedades y jóvenes autores entre las calles y avenidas que formaban librerías improvisadas. Los primeros en llegar de los 500 autores que convoca esta fiesta de las letras avanzaban por allí mismo tratando de reconocer cada kiosco y memorizar las novedades que vendrían a comprar luego, cuando la vorágine baje un poco.

Xavier Velasco abrazaba a viejas conocidas cerca del stand de Santillana, mostrándoles su más reciente y voluminosa novela, Puedo explicarlo todo y, unos metros más allá, Arturo Pérez Reverte se negaba enérgicamente a dar entrevistas. Guillermo del Toro, mientras tanto, intentaba escabullir su rolliza humanidad detrás de unas pancartas que lo anunciaban como el presentador de uno de los tres libros que Carlos Fuentes publicó este año: Vlad, nada menos que la primera novela de vampiros del escritor de La región más transparente (1969).

Foto: Michelle Roche

Francisco Suniaga había llegado unas horas antes a la sala de exposiciones donde se lleva a cabo el encuentro y se había declarado estupefacto por el tamaño y la oferta editorial. Mientras tanto, Julio Ortega avanzaba errante por el área de editoriales internacionales. Buscaba el stand de Monte Ávila Editores Latinoamericana, pero no pudo conseguirlo. La editorial estatal de Venezuela estaba pautada para venir como parte de la delegación de la Plataforma del Ministerio de la Cultura Popular para un stand que compartirían con la delegación cubana, pero en lugar de los representantes venezolanos, en la mitad del stand nn14, hay una gran vacío.

La patria la salva la empresa privada. En un pasillo que antecede al vacío de la Plataforma Cultural se encuentra la iniciativa de la Cámara Venezolana del Libro (Cavelibro) a la que coronan dos franjas que ponen en relieve, por encima de todos los quioscos del lugar, dos largas pancartas que muestran en semicírculo el nombre del país que puede apreciarse desde cualquier lado.

Foto: Michelle Roche

Mientras los venezolanos se muestran tan divididos en Guadalajara como en su país, la autora estadounidense Rivk Galchen espera sentada en una de las sillas altas que se han dispuesto dentro del stand de la editorial mexicana Almadía. El sello es una iniciativa que nació de verdaderos artesanos de los libros en Oaxaca, el año 2005. La autora mira de un lado a otro y celebra el colorido que la rodea, pero sus ojos muestran una sorpresa extraña: en el restaurante donde apenas le iban a servir botanitas, de repente se le apareció un exquisito chile en nogal. Sus editores están contentísimos porque su novela Perturbaciones atmosféricas es una de las novedades editoriales que ha resultado de sus negociaciones en la complicada área de la traducción—la otra es una joya que había estado perdida del mundo editorial, una colección de cuentos de Jean Marie Gustave Le Clézio titulada La fiebre.

El autor que sí no apareció –ni lo hará este año—es Carlos Fuentes, que ya se le consideraba asiduo a la FIL. Se excusó diciendo que su falta era debido a una “emergencia de carácter familiar”. De no haber faltado, se hubiera reído entre sus bigotes blanquecinos al escuchar que Del Toro aclaraba que el vampiro de su Vlad era “un hijo de la chingada”, un verdadero descendiente del conde Drácula de Bram Stoker: “En Vlad, Fuentes no habla de la banalidad del malo, sino de la banalidad del bien y eso es muy perturbador”.

Todos estos escritores—y muchos más, tantos que los ojos de una sola periodista no pudieron reconocer más por exceso de información que por falta de esta— caminaron entre los pasillos identificados con las letras del alfabeto y a través de los sectores dedicados a sus héroes literarios, cuyas caras pululaban en el cielo del recinto ferial y marcados por cada género de la escritura. Así, sobre cada “avenida” y frente a las editoriales, flotan las caras de los dioses que conjugan estas ferias: los escritores. Rafael Cadenas pulula sobre la “Avenida de los Poetas” y la media sonrisa de Carlos Monsiváis se descuelga por una esquina de la avenida de los ensayistas.

Entre los escritores consagrados y los que están construyendo su salón de la fama personal, transcurrió la primera Jornada de la FIL Guadalajara que este año se ha dedicado a la región de Castilla y León como una metáfora geográfica del idioma español, que resulta el verdadero homenajeado de esta edición. Así, la palabra que construye pensamiento y pinta la cultura de cada nación, escribirá historia en FIL.

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Foto portada: © FIL / Ana Karen Reyes