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El problema con el pelo

Héctor Abad Faciolince: No lo parecerá, pero el pelo es asunto serio. Los sijs nacen y no vuelven a cortárselo jamás (por eso llevan turbante, para envolver en él la gran melena).

Por Héctor Abad Faciolince | 25 de octubre, 2010

Los velos de las monjas y de las musulmanas practicantes existen porque es pecaminoso verle el pelo a una mujer que no sea la esposa. También las judías ortodoxas lo ocultan, pero de un modo más sutil: llevan peluca, con lo cual el pelo que les vemos no es el propio. Uno de los negocios más grandes del mundo es el de los champús, las tinturas y los tratamientos para el cabello. Vaya uno donde vaya la primera palabra que aprende, de tanto verla por la calle, es peluquería: parrucchiere, cabeleireiro, hairdresser, Friseur, coiffeur, kapper, perruquer… Y digan lo que digan, y aunque no duela cortárselo, la ceremonia de ir a cortarse el pelo es algo que nos pone siempre en estado de ansiedad. Va uno al cabeleireiro y sale con cara nueva, por no decir con otra personalidad.

No es casual que el mito de Sansón tenga que ver con el pelo. En el libro de los jueces Dalila le pregunta una y otra vez al marido cuál es el secreto de su fuerza. Al fin Sansón se lo revela: “si fuese rapada mi cabeza, se retirará de mí la fuerza mía, y perderé el vigor, y seré como los demás hombres”. Y una vez rapado durante el sueño, al día siguiente lo atrapan los filisteos y le sacan los ojos además. Algún motivo secreto habrá para que en el español colombiano cortarse el pelo se diga motilar, una palabra tan cercana a mutilar. No es mala palabra: el recién peluqueado, y ni se diga la mujer, está en cierto sentido mutilado.

Cuando los primeros europeos llegaron a América encontraron que aquí los leones (a diferencia de los que conocían en el viejo mundo) no tenían melena, ni los varones barba. Los naturalistas resolvieron entonces que era el clima malsano de estos trópicos lo que producía la inferioridad de nuestras razas: el puma y el indio eran inferiores al león y al europeo por la falta de melena en el primero y de vellos y barba en el segundo. En aquellos siglos los hombres no habían adoptado la moda medio andrógina de afeitarse todos, y llevar una buena barba era una señal tan importante como lo es hoy entre los talibanes, para quienes no hay ofensa más grave que hacerlos afeitar. Afeitarse, para ellos, es casi lo mismo que afeminarse, volverse mujeres.

Mucho se ha discutido sobre ese cambio generacional reciente de depilarse también el vello del cuerpo, en el caso de las mujeres, no solamente en las piernas y en las axilas, como se usa hace mucho, sino también en la zona púbica. Me dicen que muchos hombres también se depilan ahí. Este infantilismo, este deseo de ser siempre como Peter Pan, es curioso. Todos ansían salir de la infancia y entrar al fin en la pubertad. Pubertad viene, precisamente, de pubescencia, es decir de tener vellos en el pubis. Pero aunque esa ansiedad persista, se quiere ocultar su signo más evidente, que es el vello. Desconocen los partidarios de la depilación que el vello es una especie de lubricante, y también de protector, y que si está ahí es por algo y para algo.

En el pelo juzgamos muchas cosas: la salud y la edad, sobre todo. La calvicie y las canas, incluso más que las arrugas, revelan muchas cosas, y nos abren o nos cierran puertas a los hombres. Y las mujeres saben que llega un momento en que llevar el pelo largo y suelto se vuelve una vulgaridad para su edad, y entonces, si no se lo cortan, se hacen al menos una moña. ¿Por qué está bien que las mujeres se tiñan pero los hombres no? No sé.

Escribo todo esto porque tengo que resolver cómo deben llevar el pelo los personajes de una novela que estoy escribiendo. Si tienen barba o no; si se tiñen o no; si se depilan o no; si los motila la esposa, la novia, la amante o un peluquero. Y como el asunto es importante en la vida real, lo es también en la ficción. Un novelista, en últimas, tiene que ser también peluquero. El que no haya pensado en el pelo, mejor no escriba novelas.

Héctor Abad Faciolince 

Comentarios (11)

@maricruzpacheco
25 de octubre, 2010

Tu articulo me ha puesto a pensar en asuntos que crei no me interesaban. Y ademàs me puso a dudar sobre convicciones que crei tener. Bravo Hector! siempre tu pluma me mueve, gracias!

@maricruzpacheco
25 de octubre, 2010

Por cierto…espero que resuelvas pronto lo de tus personajes…definitivamente el aspecto que da el cabello es un punto importante cuando leemos una novela

Claudia Galavìs Delfino
25 de octubre, 2010

Gracias por tan excelente reflexión.Ni hablar de las personas que padecen la caída de su cabello por un tratamiento de quimioterapia. Me hace reocordar con escalofrío la exoposición del artista plástico John Magnan, que versa sobre el cáncer de ovario…y cómo la caída del cabello a la mujer por la quimioterapia. Mucha suerte con sus personajes, estaremos pendientes de sus cabelleras… habemos algunos que nos fijamos tan poco!

Alexandre D Buvat Irazábal
25 de octubre, 2010

Al iniciar la lectura pense que nos estaba tomando el pelo (¿por que le diran asi al humor o a la burla, vendra eso desde Sansón?) pero veo al final que el tema por Ud desarrollado seguramente da para algo mas trascendente y lo felicito… Me vino una imagen al leer su articulo.. ¡que pensará un taliban de sus enemigos que son soldaos con el cabello cortado al rape ? ja

Alfredo Zuloaga
26 de octubre, 2010

Es interesante que aqui se usa la expresión “te ‘mocharon’ el pelo” cuando tienes una mala experiencia en el barbero, siendo que mochar es solo “desmontar” o “cortar”. Por su parte, como dice Hector, “motilar” viene del latín “mutilare” (mutilar o cercenar)!!

Francsico Pinzón Bedoya
26 de octubre, 2010

Héctor:

Definitivamente, a los hombre se nos juzga por el cabello, por su apariencia o por su ausencia, independiente del volumen del abdomen, especialmente a quienes pasamos de los 50. Creo que al escribir, un personaje casi que tiene definida la edad cuando se le describe su “mota”. Sin embargo, si no conuerda sunapriencia con los cánones sociales ¿cómo puede inferirse la edad? Dependerá de los paradigmas de cada uno, y como conscuencia de la prevención que ya tenga uno de tiempo atrás. Mi abuelo decía que los “pelucones” eran “mala gente”

Un saludo desde Medellín

Alejandro
26 de octubre, 2010

Una ayuda pudiera ser: los hombres lo llevan casi siempre corto…hasta que la alopecia los golpea. Las mujeres…es mejor que te compres una revista de moda. Con eso resolverás magistralmente.

Sydney Perdomo
26 de octubre, 2010

Jajajajaj!! Bueno me gusto el último párrafo, es cierto hay que estar al pendiente del más mínimo detalle y el pelo no puede ser la excepción. En mi caso por ejemplo llevo mi cabello largo, poco más abajo de la cintura. No lo considero vulgar, al contrario me parece que es muy femenino y por otro lado es una tradición familiar que deberá llegar hasta el tiempo destinado para ello, (Tal vez cuando llegue ese momento tampoco quiera cortarlo); aparte de eso no muchas lo llevan así lo cual me agrada porque de esa manera no andamos clonadas jajajaja… Pero si, es cierto que hay mujeres que les parece muy anticuado, así como hay hombres que les encanta una chica de cabello largo. En cuanto a los hombres, me encanta que lo lleven largo el cabello, pero en cuanto a las axilas y demás es genial que los hombres vayan rasurados, me parece que es un asunto de higiene y no de sentido infantil o querer ser Peter Pan. Creo que eso no le resta virilidad a los caballeros y opino además que todos debierais estar más asépticos en ese sentido. Con todo respeto para los Sjis y los talibanes. U.U

Gracias por esta nota, muy buena para debatirla. 😉

Saludos y mis respetos sinceros 😀

María Teresa G.
30 de octubre, 2010

Excelente e interesante texto. Me gustó mucho. Especialmente, la parte donde habla del deseo de ser siempre Peter Pan es muy cierta; las mujeres y, ahora los hombres, nos preocupamos porque, en ciertas partes de nuestro cuerpo, no nos quede un solo vello y a las de mi mismo sexo nos aterra que alguien nos llegue a ver las piernas si no las hemos afeitado o depilado.

ATAMAICA MAGO
5 de noviembre, 2010

¡De pelos! Es verdad, este asunto es cultural y absurdamente serio, pero no deja de causarnos angustias a muchos,incluyéndome cuando se trata de nuestro techo: cabello, vello, juventud, perpetuidad al filamento, a no dejar correr las horas y sus hebras optando por el corte o su renuencia a hacerlo, es un distintivo a veces discriminante de nuestras sociedades, sobre todo, las conservadoras, las que consideran sus cerdas un vellocino de oro y resguardo de su sexo. En los animales es interesante observar que los machos son los dotados de melena o abundante pelaje, mientras que las hembras son las menos agraciadas -incluso- de sus formas (el pavo, por ejemplo). Curiosa y paradójica la ofrenda de nuestra naturaleza. El afeitarse en la zona púbica, no sé qué tal les parecerá a los hombres, pero como mujer les aseguro que el infantilismo pasa más por higiene que por una allanada fuente dela juventud inexistente. Que es un medio de protección o lubricante, no lo dudo, pero también es mentester acotar que resulta indeseable y fastidioso permanecer con esas vellosidades cuando otras urgencias del cuerpo claman su pronta depilación.

Quizá es cuestión de moda, de enfrascamiento, de andar despeinados, afros, gelatinosos, lacosos, calvos, teñidos, derrisados planchados, con mechas, pero siempre, siempre con un rostro nuevo que acentúe una mutante personalidad al contexto.

Pero a todas éstas, me pregunto: ¿Qué piensan los peluqueros? ¿esos amos y señores de los gustos ajenos? Algo muy grave habrá sucedido en la historia para que aparecieran estos pequeños magos de nuestras cabezas, sin mencionar los SPA y Estéticas. Sí, quizá resulte una opción a esa fuente de la juventud que todos añoran.

Como siempre, buena lectura y comentarios amenos.¡para el disfrute!

Gracias por compartir. ¡!

lucena
19 de mayo, 2011

motilar=mutilar será por eso que las mujeres cuando atravesamos un momento de insoportable dolor emocional recurrimos a cortarnos el cabello como un acto simbolico de renuncia y mutilación?, leí hace poco que la moda del rasurarse está intimimente ligada con el mercado de la pornografia, y el mundo de las lolitas.. lo que no me queda claro es que tener más o menos pelo, sea una cuestión de higiene, allí hay un almizcle que nos hace tremendamente humanos.

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