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¿Será Caracas un desierto en el futuro cercano?

Aunque la temperatura mínima en Venezuela ha aumentado un promedio de 3 grados y las lluvias han disminuido 30% en los últimos 50 años, los especialistas evitan conclusiones apresuradas sobre el calor en la capital. Sin embargo, el cambio climático ya parece incontrovertible

Por Alexis Correia | 13 de abril, 2010

Según los modelos más pesimistas sobre los efectos del cambio climático mundial en Venezuela, en 2060 Caracas será una ciudad más calurosa, pero sobre todo más seca, con una pluviosidad anual menor a 1.200 mm, similar a la que se registra hoy en Maracaibo, Valencia, Coro o Puerto La Cruz. Sin embargo, los especialistas llaman a no alarmarse, o al menos a sopesar con cautela los calorones sufridos en la capital durante el primer trimestre de 2010, morigerados luego de la Semana Santa por la llegada de un contingente de nubes cargadas de agua.

Evaluar la mutación de la temperatura de todo un país de casi 1 millón de kilómetros cuadrados no es como ponerle el termómetro a un niño con calentura. Las mediciones confiables requieren períodos de muchísimos años y varias estaciones científicas regadas por toda la geografía. Ya se pueden sacar conclusiones inapelables: no somos más calurosos, pero sí menos fríos.

En los últimos 50 años, las temperaturas máximas —el valor más alto que registra el termómetro todos los días en todas las regiones— no han aumentado significativamente en Venezuela (alrededor de 1 ºC), pero sí las mínimas: un notable incremento de 3,2 ºC desde 1958, sobre todo en las madrugadas. Como resultado, tendemos a una menor oscilación térmica, es decir, cada vez hay menos variaciones de frío y calor; traducido a la idiosincrasia de Caracas, el “Pacheco” decembrino ha perdido su rigor. Además, el total de lluvias sobre el territorio se ha reducido 30% desde 1950. Estas lluvias, cuando ocurren, tienden a ser más torrenciales, aunque esto último todavía no puede ser afirmado tan certeramente.

Son datos extraídos de la Comunicación Nacional en Cambio Climático de Venezuela (2005), primer estudio multidisciplinario emprendido por el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente para evaluar el posible impacto del presunto calentamiento mundial y cuyo coordinador fue el ingeniero venezolano Juan Carlos Sánchez (miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU, organismo galardonado con el Nobel de la Paz en 2007). El informe está disponible en PDF en la dirección: www.minamb.gob.ve.

¿Una Caracas al estilo El libro de los secretos?

Como un añadido a la devaluación del Bolívar Fuerte y la crisis de energía eléctrica (en parte vinculada al cambio climático, como veremos luego), durante el primer trimestre de 2010 en Caracas se vivió una atmósfera similar a la de recientes películas apocalípticas inspiradas en un posible mundo post-calentamiento global como El libro de los secretos, con Denzel Washington, y La carretera, con Viggo Mortensen: temperaturas infernales sobre todo al mediodía (se pronosticó hasta 37 ºC para Semana Santa), incendios forestales y de rellenos sanitarios, grifos de agua muy mezquinos, permanente olor ceniciento y una neblina amarillenta y pastosa.

Sin embargo, el propio ingeniero Juan Carlos Sánchez, consultado por correo electrónico, llama a no confundir el calentamiento global (sólo verificable a largo plazo) con situaciones puntuales en el ombligo político del país: “Los aumentos de temperatura registrados en meses recientes en Caracas su deben al fenómeno coyuntural de El Niño (oscilación climática que afecta a todas las regiones cercanas al Océano Pacífico cada tres a siete años) , que han elevado la temperatura entre 2,0 y 2,5 ºC en Caracas, equiparándola a la temperatura promedio normal de Maracay de estos meses, pero Maracay también ha subido. Esta situación circunstancial concluirá cuando termine el fenómeno en junio”.

Burbuja urbana de calor

“Como decimos en Venezuela, éramos pocos y parió la abuela”, recurre a la metáfora la ingeniera química Eliana Loreto Donoso, profesora del IVIC especializada en cambio climático, para referirse a la desafortunada situación del primer trimestre de 2010 en Caracas.

“En la capital tuvimos una olla de presión tapada. En primer lugar, debemos resaltar que en todos los núcleos urbanos superpoblados tiende a haber una mayor sensación térmica, es decir, una burbuja de calor, debido a muchos factores: contaminación, obstrucción de vientos, deforestación, recalentamiento del asfalto, parque automotor sin mantenimiento. En 2010, además de nuestra usual sequía y de los rayos más perpendiculares del sol en esta época del año, se agregó El Niño y una oscilación particularmente intensa de altas depresiones sobre el Atlántico Norte, que alejó las masas de aire frío de Apure hacia arriba. Hay superficies de vegetación más secas que se queman con una facilidad extrema, con incendios forestales que son mucho más difíciles de controlar de lo que cree la población. Ciertamente, esta confluencia de factores no había sido observada desde que se llevan registros de este tipo en Venezuela, pero no lo podemos atribuir todavía al cambio climático. Debería haber una relación, pero como científicos estamos obligados a no emitir conclusiones apresuradas”, indica Donoso.

Venezuela 2060

Aunque produce petróleo para que otros países envíen a la atmósfera los gases que generan el efecto invernadero, Venezuela no es considerada en sí mismo un gran contaminador: según el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente, responde por 0,48% de las emisiones anuales de carbono del planeta (Estados Unidos anda en 24%), así como de una emisión por individuo de 1,3 toneladas de carbono al año, cifras similares a las de otros países en desarrollo. Esto es atribuido, en buena medida, a que produce gran parte de su energía con represas hidroeléctricas como Guri, en vez de plantas “sucias” de gas o carbón. Paradójicamente, Guri y toda la región de Guayana recibe ahora los embates de la disminución de la lluvia en todo el país en los últimos 50 años debido al cambio climático, así como de la deforestación general de la cuenca amazónica.

El ingeniero Juan Carlos Sánchez aclara: “Las tasas de deforestación en Venezuela son en efecto elevadas, en el orden de 2,3 % interanual, y ciertamente los bosques inciden en la formación de nubes mediante la evapotranspiración, que es la transpiración de vapor de agua de la vegetación a través de los estomas, pero este no es el mecanismo principal que ocasiona las lluvias en nuestro país. Nuestras lluvias que se producen principalmente por los desplazamientos de la Zona de Convergencia Intertropical, que es un cinturón de baja presión atmosférica que circunda todo el planeta en la región ecuatorial y tiene movimientos ascendentes y descendentes, y por la llegada de vientos fríos del norte, llamados frentes fríos, que se producen en determinados periodos del año. Además inciden otros fenómenos climáticos locales y globales como la ocurrencia del fenómeno El Niño, que en nuestro caso ocasiona sequías. La incidencia de la deforestación en el cambio climático radica en que se esta suprimiendo la fotosíntesis, que es el principal mecanismo natural que posee el planeta para limpiar su atmosfera de CO2”.

En caso del escenario más pesimista sobre el cambio climático en la Tierra, para 2060 Venezuela podría perder, debido al aumento del nivel de los océanos, zonas costeras en las playas de Margarita, laguna de Tacarigua, Chichiriviche, Morrocoy y Tucacas y del Delta del Tamacuro, con potencial riesgo para la ciudad de Tucupita o el complejo de Jose en el estado Anzoátegui. “Venezuela no será uno de los países en el mundo con mayor incremento de temperatura (en general, entre 1 y 2ºC), pero como ya hoy las temperaturas del país son en general muy elevadas, incluso pequeños incrementos pueden tener efectos severos en funciones biológicas de animales, plantas y humanos, así como en el ciclo de agua. También contribuirán a la aparición de propagación de plagas en los cultivos y de enfermedades epidémicas en la población”, señala el informe del Ministerio de Ambiente.

Las centrales hidroeléctricas como Guri se harían obsoletas, debido al aumento de la población de venezolanos que necesitan cada vez más energía y una reducción de 800 mm anuales de lluvia en Guayana. Crítica escasez de agua y conflictos sociales. Trastornos sicológicos debido a la sensación de inestabilidad. Revalorización drástica de los inmuebles situados en zonas más templadas. Emigración masiva a la zona de la cordillera de la costa. Y mayores catástrofes: “Con respecto a las lluvias torrenciales, solo disponemos de  la información de los últimos 22 años y hay una tendencia al incremento en los últimos cuatro años, pero se requieren los datos de un periodo más extenso para poder confirmarlo”, apunta el ingeniero Sánchez.

“La  tendencia entonces es que llueve menos a lo largo del año, pero se producen más episodios de lluvias torrenciales, principalmente en las regiones costeras, donde hay cada vez más habitantes en situación de riesgo. Entre 1987 y 2008, en nuestro país se han producido  14 eventos climáticos mayores, entre inundaciones, tormentas, sequías, aludes, deslaves y crecidas de ríos. Ello indica una frecuencia de ocurrencia de uno de estos eventos cada 18 meses, lo cual es bastante elevado. El análisis de los eventos de menor escala, como los desbordamientos de quebradas e inundaciones menores, indicó una frecuencia de 65 eventos por año, y las áreas más castigadas han sido el Área Metropolitana de Caracas, el estado Vargas y el estado Miranda, seguidos de Zulia y Anzoátegui. Estos resultados ponen en evidencia la gran vulnerabilidad de Venezuela ante el cambio climático, pues se espera que con tales cambios los eventos a futuro serán más frecuentes e intensos”, profundiza el integrante del IPCC de la ONU.

Sánchez es partidario de aprovechar los vientos y la exposición solar de Venezuela para crear plantas de energía eólica y solar: “Sería una muy buena política ir pensando en liberar hidrocarburos para la exportación, sustituyéndolos por fuentes renovables que además nos permitan un ambiente local mas limpio y con menores emisiones de gases de invernadero”.

“Venezuela está entre los países que deforestan con más velocidad en el mundo y de los que consumen más carbono por persona en América Latina, y ya es la hora de una gran iniciativa ecológica que necesariamente tiene que partir del músculo del Gobierno”, dice Toti Vollmer, educadora que es una de las coordinadoras de Patrulla Verde, un proyecto para introducir nociones de ecología con lenguaje sencillo y herramientas del cómic en centros educativos (www.patrullaverde.net). “Llevar una vida más ecológica es algo sumamente incómodo, y los europeos no lo hacen porque son héroes, sino que el Gobierno les obliga a cambiar sus hábitos o de lo contrario los multa o les aumenta impuestos. Afortunadamente, en los colegios hemos percibido que los chamos son los que están más alarmados por el cambio climático, mientras que los adultos venezolanos suelen pensar: ‘No, eso no me va a tocar a mí”, denuncia Vollmer.

“Estamos de lleno en el antropoceno, es decir, la era geológica signada por los cambios introducidos por el ser humano en la Tierra. El cambio climático no es algo que vendrá: ya está aquí. El animalito Homo Sapiens, cuando entra a algún ecosistema, siempre lo modifica” advierte la profesora Eliana Loreto Donoso. “Hay muchas conclusiones que no podemos extraer aún, por ejemplo, la manera en que el cambio climático potenciará o moderará los efectos de El Niño, o la relación entre la deforestación de la selva amazónica y el descenso en las lluvias. ¿Está cambiando el clima de Venezuela? La respuesta es sí, pero no sabemos aún cuánto y cómo”, finaliza la profesora del IVIC.

Mientras tanto, el pronóstico para la Caracas de los próximos meses es: 1. No hará tanto calor como en Maracaibo, pero las noches y las Navidades serán menos frías. 2. Lloverá menos, pero con mayor violencia.

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Foto: acheemete

Alexis Correia 

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