- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

¿Quiénes conducen mejor: los hombres o las mujeres?

Suelen atravesarse y aparcar como ellas solas. Es verdad. En una cola sobre todo si están cortas de tiempo, de cuando en cuando, se dan una pintadita, un toquecito, una arregladita antes de llegar, asomadas con prisa frente al retrovisor. En ocasiones no son las más orientadas y si de mecánica se trata, no solo se mueven en aguas poco exploradas –¡Ay de aquellas que esperan a que un príncipe las auxilie o les cambie un caucho!- sino que a veces olvidan monitorear otras cosas además de la gasolina.

Sí, sí. Todo eso y más conforma un salpimentado estereotipo expresado en frases como: “¡Tenía que ser una mujer!”. “¡Seguro que en ese carro va una mujer!”. Afirmaciones tan coreadas y cotidianas como ésas se confrontan con los números. Más allá de las anécdotas y los mitos, conviene revisar las estadísticas y opiniones de expertos.

Entonces, ¿Quién conduce mejor?

“Más allá de cómo se reparten poblacionalmente los géneros, las mujeres están incuestionablemente relacionadas a un número menor de accidentes. De hecho no están siquiera cerca. Las aseguradoras lo saben y a veces hasta les dan descuentos”, declara el autor, Eric A. Morris, citando cifras recogidas por la Association of Medical Instrumentation en 2007: 82% de los hombres de la muestra se vieron involucrados en accidentes versus 77% de mujeres.

Ahora, Morris cuestiona: si la pareja va a trasladarse en el carro ¿Quién debe manejar? Impera valorar varios aspectos. Los hombres manejan más tiempo que las mujeres y las sobrepasan en número. Según The American Time Use Survey los hombres adultos, en Estados Unidos, manejan en promedio 60 minutos al día, mientras que las damas 40. Morris asevera: “De acuerdo con The National Household Transportation Survey, en 2001, los hombres recorrían en promedio 16.749 millas al año mientras que el sexo opuesto 10.174. No le sorprende entonces que el menor número de accidentes corrientes sea de mujeres, y acota que hay estudios en los que se establece que ellas son más proclives a chocar por millas recorridas. Sin embargo, apunta que en materia de accidentes graves (fatalidades, colisiones fuertes, pérdidas del control e impactos con peatones, ciclistas y animales), ellos se ven involucrados en la mayoría de los casos (por milla).

¿Qué dicen los datos en Venezuela?

Un acercamiento al municipio Chacao sirve de muestra (sin pretender extenderla al total de la población). Según su Instituto Autónomo de Tránsito, Transporte y Circulación, en 2009 se registraron 10.198 accidentes. De ellos, 9.942 corrieron por cuenta de hombres, con 208 lesionados y 3 fallecidos. Las mujeres, mientras tanto, en 2.477 accidentes, reportaron 44 lesionados y un fallecido.

Juan Carlos Solano, director de la Policía de Circulación de Chacao, apunta: “Se ha incrementando el número de conductoras, la proporción es de 75% – 25%. Pero véanlo como lo vean, por millas, por número de accidentes, aquí los hombres, entre 18 y 35 años, cometen mayor número de accidentes por su manera de ser. Son más arriesgados, desafiantes e imprudentes. Suelen estar en el grueso de casos de exceso de velocidad y manejo bajo los efectos del alcohol”.

Sonia Delgado, también directora encargada de la Policía de Circulación de Chacao  –con 26 años de servicio-, agrega que 75% de las infracciones y multas en el municipio se reparte entre los hombres. “A nadie le gusta asumir una multa, pero en este tema, las mujeres son más difíciles pues siempre tienen una excusa y no quieren acatar la autoridad”.

“El estilo de vida de la venezolana es más forzado, se reparte entre el trabajo, el transporte de los hijos, diligencias, mercado… Y se demoran tanto en trasladarse por el congestionamiento que están a la defensiva, a veces no es fácil, son muy dramáticas”, salpica precisando, por igual, que los accidentes más frecuentes en el caso de las mujeres son los que ocurren en estacionamientos.

Una investigación hecha por Admiral Insurance lo corrobora, precisando que las mujeres tienen el doble de probabilidades de colisionar al estacionar que los hombres.

Una cosa llama la atención del comisario: el creciente número de motorizadas. “En tres años pasaron de 3 a 20%”. La inspectora Delgado añade el incremento de mujeres conduciendo metrobuses, transportes públicos y camiones, entre otros vehículos: “Son guerreras las venezolanas. Lo que pasa es que, por ser muy precavidas, se tardan en tomar un canal o en tomar una decisión”.

El comisario Solano aprovecha para subrayar otros factores culturales: “Es frecuente que en la pareja, el hombre se imponga para manejar. Hay muchos mitos. Se asume a la mujer como torpe que choca por maquillarse y no es así. Son muy hábiles.”, añade haciendo un llamado a que sin distinción de sexos se tomen más precauciones como usar el cinturón de seguridad y dejar a un lado los celulares.

Clases de manejo

Eric Robles tiene once años como instructor en la autoescuela Rossini. En ese tiempo, ha sido contado el número de hombres que acuden a las clases: “Les da pena, aprenden por lo general con algún amigo o la familia. Ellas se lo toman más en serio, lo que es una ventaja. Otra cosa, apenas a 30% de las chicas les gusta correr”.

Hay diferencias que son distinguibles, asegura: “Los hombres son más visuales y orientados, saben más de mecánica, están más pendientes de sus carros. Las mujeres suelen ser más cómodas, se estacionan pensando en lo que sea menos difícil, sin importarles que eso les complique las cosas a los otros. No procuran entender sus vehículos y por eso se bloquean. Ellas tienen que aprender a resolver por sí mismas y no depender de terceros”.

“Los caballeros asumen que son ellos quienes deben manejar siempre, porque piensan que lo hacen mejor. Pero se equivocan, las mujeres pueden ser muy hábiles, en sincrónico, automático, de noche, como sea. Y manejan todo tipo de carros sin distinción”, concluye.

Entonces ¿quién debe tomar el volante si los dos están en el carro? Cada pareja que decida, bien sea lanzando una moneda o jugando a piedra, papel o tijera. Ya sea argumentando datos en mano o simplemente optando por lo más cómodo o acostumbrado. Sea como sea, las cifras se mantienen allí y son elocuentes. Una cosa queda clara, los adultos no se pelean por la ventana.