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La pasión según Ch

Crónicas porteñas

Por Gustavo Valle | 26 de marzo, 2010

Suelo hacerme este tipo de preguntas inconsecuentes: ¿acaso existe una novela que lo incorpore como personaje? ¿Una ficción donde aparezca en su intimidad, en su gloria, o en su ocaso? ¿Quizás una ficción satírica, ditirámbica, ambidiestra? ¿Una novela histórica? ¿Una comedia?

Me temo que la respuesta es negativa. No se ha escrito, por lo pronto y que yo sepa, esa novela. Abundan ficciones que tienen como telón de fondo el Caracazo u otros episodios como el golpe del 11 de abril del 2002. Igualmente se han ensayado narraciones (incluso poemas) que abordan el tema de manera fragmentaria u oblicua. Pero una novela, específicamente esa novela, La pasión según Ch., todavía está por escribirse.

Claro que el asunto no es nada fácil. Al vivir atormentados con toda clase de chismes y ocurrencias relativos al tema no encontramos la mínima distancia histórica necesaria. Además, en una época en que las llamadas novelas totales (y esta lo sería, por supuesto) se encuentran en etapa recesiva, no es fácil vislumbrar una historia como esta. No obstante, hagamos un esfuerzo e imaginemos el argumento de esta inolvidable pieza de ficción, así como el género y los satélites literarios (o no literarios) que podrían servirnos de referencia. Lo que sigue, pues, es un humilde aporte a la historia literaria nacional, o a uno de sus capítulos hipotéticos.

En primer lugar se me ocurre es una suerte de saga, en forma de folletín, al estilo de El conde de Montecristo. Allí nuestro héroe, tras sufrir la cárcel, saldría a vengarse de todos sus victimarios bajo una nueva identidad, por ejemplo, la del generoso prestamista. Convertido en acaudalado acreedor, llevaría a cabo una feroz venganza contra el sistema que lo humilló y lo condenó al presidio. La novela permitiría jugar con las identidades sustituibles (tópico de la narrativa actual), y colocaría las acciones en pleno siglo XIX, época afín a la esfera vital y bibliográfica del protagonista.

También he pensado en un musical, pero no al estilo de Hollywood sino del cine mexicano de los años cincuenta. Quiero decir, en la onda de las películas de Jorge Negrete y Pedro Infante, pero en su versión literaria, de modo que permita a nuestra figura lucirse como osado jinete y regio cantante. La licencia poética podría situar la ficción ya no en Venezuela sino en el México revolucionario, al lado de Emiliano Zapata, por ejemplo. Esto insertaría la propuesta más allá de la zona de influencia del Pacto Andino, y sería una manera de incluir al México indócil dentro del proyecto de integración bolivariano.

Por supuesto, una Bildunsroman, o novela de formación, sería necesaria. No hablo de una biografía infantil o juvenil sino la composición de un auténtico estatuto legendario. Pienso en Enrique de Offterdinggen en busca de la flor azul (que en este caso sería roja, por razones obvias). Aunque pensándolo bien, habría un mayor compromiso americano con algo parecido a Huckleberry Finn remontando el río Mississippi en compañía del negro Jim. La ficción localizaría a nuestro héroe en las oscuras aguas del Delta del Orinoco, y entre sus múltiples aventuras estaría la lucha encarnizada contra las mafias trinitarias, culpables de manipular genéticamente el palmito.

Para satisfacer a los entusiastas de la ciencia ficción propongo un relato anticipatorio ambientado, por ejemplo, en el 2090. El argumento exploraría la resurrección del personaje luego de haber permanecido su cuerpo en estado criogénico, bajo una técnica similar a la empleada con Walt Disney. Tras su re-aparición, viviría la comprensible perplejidad de quien se traslada súbitamente en el tiempo para encontrarse con un mundo hecho pedazos, sin una gota de petróleo. Como ocurre en Terminator, el personaje intentaría, desde el futuro, modificar sus decisiones del pasado. La lucha contra sí mismo otorgaría dramatismo a la fábula, y garantizaría su éxito.

O una novela de terror, al estilo de las películas de George Romero o José Mojica Marins, en la que el héroe acuda, por ejemplo, al Panteón Nacional a medianoche, lugar donde se encuentra el sarcófago con los restos mortales de El Libertador, Simón Bolívar.  En medio de un suspenso electrizante, nuestro protagonista se acercaría lentamente al sarcófago y, sin ser visto, lo abriría. Enseguida una tormenta de oro negro azotaría el Panteón y sus inmediaciones como si se tratase de la maldición de una momia egipcia. La imagen del Panteón Nacional bañado completamente en petróleo podría ilustrar finamente la tapa del libro.

No podría faltar una buena novela vernácula, nativista, con una fuerte carga de realismo mágico. En medio de una severa sequía, nuestro héroe emprenderá un viaje desde el corazón de la selva en busca del amuleto que permitirá invocar al Dios de la lluvia. En una versión adaptada de Macunaíma, dicha búsqueda lo llevará hasta Estados Unidos, donde recuperará el amuleto sustraído por un directivo de la Exxon Mobil. Al final, gracias a un desenlace de proporciones épicas, volverá convertido en ídolo bajo un violento y próspero aguacero.

O una novela de aventuras, al estilo de Robinson Crousoe, en la que el protagonista aterriza en una isla desierta, tras caer milagrosamente en paracaídas. La novela relataría su talento industrioso para sobrevivir en situaciones extremas, y la forma en que logra disuadir a los caníbales para que abandonen sus repugnantes hábitos.

Por supuesto habría que explorar otros territorios igualmente fértiles como el himno pindárico, el policial o la novela política. Sobre todo esta última, pues permitiría componer un fresco nacional de gran realismo, donde se incluyan los descalabros de los dirigentes de oposición, junto con los delirios salvacionistas del líder.

Hay quienes piensan que una distopía, a la manera de Nosotros de Yevgeny Zamiatin, podría representar la situación de asfixia que vive actualmente Venezuela. Otros creerán que una colosal Epopeya, similar a la caída de Constantinopla, sería lo idóneo. Yo en realidad no tengo una respuesta. No sabría decir qué forma de ficción sería la más ajustada. Quizás la tragedia, por aquello de Prometeo encadenado, o en todo caso el melodrama, para continuar con la tradición de los mundialmente famosos culebrones venezolanos.

En fin. El asunto es complicado. Probablemente lo mejor sería no escribir ninguna novela, olvidarnos de La pasión según Ch., y dedicar la pluma a otros asuntos. Ahorrarnos esa ficción y cambiar de tema –le dijo Jorge Volpi a Daniel Centeno en una entrevista publicada aquí–: “Quizás sea una manera de contrarrestarlo”.

Imagen: Jody Art

Gustavo Valle Autor de los libros "Materia de otro mundo" (2003), "Ciudad imaginaria" (2006), "La paradoja de Itaca" (2005), "Bajo tierra" (2009) y "El país del escritor" (2013). Ganó la III Bienal de Novela Adriano González León y el Premio de la Crítica.

Comentarios (10)

Beira
27 de marzo, 2010

Jajaja…simplemente extraordinario, Gustavo. Sin duda, me quedo con la versión de ciencia ficción.

Leopoldo Tablante
27 de marzo, 2010

Muy bueno, Gustavo, y muy formativo. Me quedé pensando en que la versión de Robinson Crusoe es el mejor recurso irónico para representar la pasión de nuestro cíclope. Después de todo, Robinson -que por paradoja histórica era el apodo de Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, y nombre de bautismo de una misión bolivariana- es dueño de la mentalidad pragmática que echó andar el maquinismo inherente al capitalismo salvaje. Cosa curiosa: nuestro cíclope parece pasar por alto ese detalle, así como la introducción de la novela, que es una apología a la clase media, es decir, a esa pequeña burguesía de ventajas materiales nimias que el líder asocia como la mezquindad del pitiyanquismo ortodoxo.

Anibal Girondo
27 de marzo, 2010

Después de conocer las crónicas de Gustavo Valle uno se queda pensando en todo de otra manera más sensitiva, incluido el país. Ese el mejor logro que se le puede atribuir a un escritor, revelarnos la oscuridad que hay en todo. Creo que sería muy interesante poner en práctica sus magníficos consejos y pensar en Ch como en un personaje de literatura, claro, hay que decidir cuál es género que más le conviene. Pero ya con su sugerencia Gustavo Valle nos ha dado un regalo que debe convertir los días de semana santa en una experiencia mejor. Siento que me llevo conmigo un tesoro de la literatura. Muchas gracias por tu enorme talento, Gustavo!!!

Mariela Garzón Hasting
27 de marzo, 2010

“La ficción localizaría a nuestro héroe en las oscuras aguas del Delta del Orinoco, y entre sus múltiples aventuras estaría la lucha encarnizada contra las mafias trinitarias, culpables de manipular genéticamente el palmito.”

Gustav, esto es grande. Aquí están metiendo presa a la gente por hablar mucho sobre Esteban, menos mal que a ti te protegen los dioses de la Pampa.

miguel angel campos
27 de marzo, 2010

Hace una año anduve con al idea de escribir un ensayo sobre la infancia de Ch, y hasta tuve el título, “El vendedor de arañas”, vencí la tentación. El ficcionador que desee mi desprecio que se embarque en ese periodismo de tercera, la gente seria esperá cincuenta años. Magnífica crónica, Gustavo, y saludos.

sandra
28 de marzo, 2010

Pienso que si alguien decide escribir ficciones o realidades sobre ch deberìa hacerlo ya, en 50 años todas las cosas absurdas y que costarà creer que sucedieron perderàn el sentido y hasta quizas tal vez si hch ya es un resto fìsico,quien sabe quien hasta podrìa colocarlo en el panteòn nacional…uy, el gènero serìa terror històrico.Felicitaciones por tan buen artìculo!!

gustavo valle
28 de marzo, 2010

Lectores y amigos: de verdad muchas gracias por sus comentarios, no saben lo tremendamente estimulantes que son. Saludos a todos!

Sylvia Dorante
29 de marzo, 2010

Yo me inclinaría por la saga, pero no por la de Montecristo ya demodé, sino por la de Millenium, considerada por algunos como la uva de la modernidad. En ella nuestro héroe, secundado como es habitual por multiplicidad de Lisbet Salander, hackea y destruye cuanta idea de progreso, bienestar y armonía encuentra a su paso hasta que en algún disco duro guardado celosamente en un insignificante pen drive,colgado del cuello de una morrocoya, aparece el contenido-kriptonita cuya existencia negaron durante décadas Sus Reposadas Excelencias de la OEA, la UE, la ONU y hasta planetas circunvecinos…Gracias por sus excelentes e hilarantes propuestas.

Julio Bolívar
2 de abril, 2010

Buenas ideas, buena crónica para un país que no puede burlarse de su presidente. De todas maneras si vemos bien tenemos un lista de presiedentes locos doncientos años atrás. Personajes de novela.

Georgia
5 de abril, 2010

¿Que tal una saga tipo el Señor de los Anillos pero algo así como el Señor de los milicos, con personajes tales como Rangalf por decir uno?

Impecable y ameno relato, gracias por hacerlo llegar a todos

Georgina U Mérida

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