Artes

Abril quebrado

Libros

Por Rodrigo Blanco Calderón | 10 de febrero, 2010

Desconozco el idioma albanés, de modo que no puedo saber si la traducción del título Abril quebrado, novela de Ismaíl Kadaré, es literal y correcta. Walter Salles, el director brasileño que hizo la versión fílmica en 2001, la tituló Abril despedazado. Sin embargo, creo que el adjetivo “quebrado” es mejor pues permite esa insólita mezcla de lo bucólico y lo bursátil.

Abril quebrado suena a primavera en bancarrota. A fuente de vida que se ve repentinamente dilapidada. Y así es, al menos para Gjorg, uno de los personajes centrales de esta novela, cuya historia transcurre en El Rrafsh: vasto territorio mítico, neblinoso y pre-moderno de Albania. El Rrafsh está legislado por el Kanun. Éste consiste en un conjunto de leyes, normas y preceptos regidos a su vez por un principio único: la venganza de sangre. El Kanun es, si se quiere, la ley del Talión aplicada a todos los aspectos, tanto sagrados como cotidianos, de la vida.

Un 17 de marzo, supongo que de comienzos del siglo XX, Gjorg venga la muerte de su hermano. La familia de la nueva víctima le otorga la besa, que es la inmunidad durante 30 días. De modo que Gjorg sabe que de vida no le queda sino “medio marzo y medio abril como dos fulgurantes ramas de escarcha cortadas”. Gjorg, cumpliendo otro de los mandatos del Kanun, emprende el viaje hasta la localidad de Orosh, donde debe pagar el dinero correspondiente a la tasa de sangre. Una especie de impuesto por la venganza. Y la venganza, al igual que el impuesto, es obligatoria. En esa travesía tropezará con Besian y Diana, un matrimonio que decide pasar su luna de miel recorriendo el Rrafsh, la legendaria zona de oscuras costumbres que Besian, escritor de éxito, ha narrado en sus libros. El vínculo entre Diana y Gjorg es fugaz y decisivo: apenas cruzan una mirada que los ata para siempre. Se simbolizan el uno al otro como el deseo que florece con amargura en un campo de muerte.

De los diversos personajes e historias que transitan en esta novela, me gusta particularmente el de Mark Ucacjerre por el cargo que desempeña y las tribulaciones que lo aquejan. Ucacjerre es el Intendente de la sangre, es decir, el encargado de recoger el impuesto de las venganzas y sobre él recae el peso del cambio de los tiempos. Así lo reflejan sus constantes monólogos: “¿Acaso era él, Mark Ucacjerre, culpable de que el Kanun, y sobre todo la venganza de sangre, dieran señales de debilitamiento en los últimos tiempos? ¿Acaso no sentía él el tufo que emanaba de las ciudades andróginas?”.

La crisis de la venganza es (o se refleja en) una crisis económica. De todos los Intendentes del Rrafsh, Ucacjerre es quien menos recauda. Y a uno le queda la duda de si Ucacjerre se lamenta por lo que sería el desvanecimiento de una visión épica de la vida (en otro momento se refiere a las ciudades y campos modernos como “despojados de virilidad”), o si sus preocupaciones son únicamente de orden lucrativo. Esta tensión nunca se resuelve y, en el conjunto de las impresiones totales que genera la novela, pareciera que Kadare se decanta por interpretaciones más abstractas que apuntan al papel represivo que las religiones y las ideologías tienen en las sociedades.

Abril quebrado es una obra maestra y su autor, el albanés Ismaíl Kadare, una referencia ineludible en Europa y lo es y lo será cada vez más en Hispanoamérica. Prueba de ello es el otorgamiento del premio Príncipe de Asturias 2009 que ha rasgado la neblina de la distancia entre su obra y los nuevos lectores.

Rodrigo Blanco Calderón 

Comentarios (2)

lucas garcia
11 de febrero, 2010

Gran crítica, R, salgo corriendo a comprarlo…

Rodrigo Blanco Calderón
21 de febrero, 2010

Lucas, en la librería Estudios, detrás del centro San Ignacio, vi varios libros de kadaré editados por Alianza y a buen precio.

abrazos

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