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Caracas
Hoy, por fin, amanece un día espléndido, con una luz cristalina, que se extiende por el valle. No sé cuánto va a durar, pero debemos asumirlo como lo que es, como un regalo de los dioses. Un gesto de los inmortales, quienes, como ya se dio cuenta Sofócles, no se distinguen por su solidaridad. Pero, “imitando” a Pound:
¿Qué he hecho, Dios mío,
para merecer la belleza
de esta luz que se extiende
ante mis ojos?
¿Qué he hecho,
para que el azul de tu cielo
me acoja como la copa
del mango acoge al azulejo?
*******
MARCOALDI.
Uno de los mejores productores de Barolo, con Roberto Conterno y Maria Teresa Mascarello, es Giuseppe Rinaldi. Beppe es veterinario y descendiente de una vieja familia piemontesa que se remonta a los tiempos de Vittorio Emanuelle y más allá. Lo conocí en 1996, durante mi primer “giro” piemontés con mi hermano Daniel. Lo que más me impresionó de su “cantina”, aparte de los vinos, elaborados de la manera más tradicional, fue la profusión de ceniceros. Incluso para aquel entonces, de tabaquismo generalizado, era una transgresión imperdonable fumar cerca de aquellas venerables barricas de viejo roble eslovenio. Así era, y es, en todas las bodegas, menos en la de Beppe. La situación, más de diez años después, no ha mejorado. Impedido de fumar cigarrillos por razones médicas, nuestro productor se ha mudado a los “toscanos”, los aromáticos puros que se producen en la región del Arno. Pero Beppe no es sólo uno de los mejores productores de vinos del planeta, es, asimismo, un atento lector de poesía y, a su manera, un poeta genuino. Desde aquella primera oportunidad, en el oscuro invierno de Piemonte, hemos alternado el vino con la literatura en nuestras dilatadas conversas. Recuerdo que una vez nos contó una de las fábulas italianas recogidas por Calvino. En los dos últimos años, me ha hablado del poeta Franco Marcoaldi. La primera vez me regaló su Animali in versi, una colección de poesías donde el sujeto previsible son los animales, un asunto bien conocido por Beppe. Y, en octubre pasado, durante nuestra última visita, me esperó con lo más reciente de Marcoaldi, Il tempo ormai breve, al cual pertenece el texto que he intentado, con poquísima fortuna, traducir para Semanario:
LO SIMPLE Y LO COMPLEJO
Qué difícil es encontrar
el punto de equilibrio
entre lo sencillo y lo complejo.
El elemental exceso de la mirada
ignora la dualidad presente
en lo uno, las razones del opuesto,
lo trágico que al mundo sirve
de fondo. En cuanto a lo complejo,
es como un remolino que chupa
en un descubrimiento infinito,
lo incorrecto y lo correcto cambian
continuamente de posición
hasta que poco a poco se abre un nuevo nexo.
De esta manera lo inefable triunfa
ante los ojos abiertos del perplejo.
Marcoaldi nació en 1955 y reside en Roma, donde trabaja para las páginas culturales de La Repubblica. En 1992, fue reconocido con el Premio Viareggio y desde entonces ha publicado una decena de colecciones de poesía, dos de las cuales conozco gracias a la generosidad del querido y admirado Beppe Rinaldi.
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16 de diciembre, 2009
Me gustan mucho las anotaciones de su Diario, muy interesantes. La de hoy – un día hermosísimo, cierto – muy poética.
Saludos