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Soñar no cuesta nada

Lunes de Patricia

ChavezUribePor Patricia Lara

En estos días de tormenta en la frontera entre Colombia y Venezuela he pensado en cómo sería nuestra vida sin Chávez y sin Uribe. Y llegué a algunas conclusiones:

Si el Presidente de Colombia ya ejerciera su derecho a disfrutar de su pensión y se dedicara a hacer lo que antes más le gustaba, esto es, aumentar su hato, cuidar su finca, averiguarle a diario a su mayordomo cuántos terneros nacieron, cuántos novillos se vendieron, cuántos litros de leche se ordeñaron y gozar del acompasado paso castellano de sus finos caballos e inspirarse en las noches de luna campesina para declamar uno que otro verso y si el Presidente de Venezuela también gozara ya de su pensión y de su merecido descanso y fundara un mariachi y un conjunto llanero de arpa, cuatro y maracas, de modo que empleara esa potente voz de barítono que nos ha dejado ver en sus discursos en alternar sus interpretaciones magistrales de rancheras viejas (no soy monedita de oro…, pero sigo siendo el rey) con su canto de arcaicos boleros (Quisquella, Mujer) y les diera serenata a las muchachas e incluso cantara en las emisoras venezolanas, varias cosas de nuestra vida cotidiana cambiarían: por ejemplo, los fines de semana de los colombianos y de los venezolanos no se verían invadidos por el bla, bla, bla de sus presidentes en los consejos comunales del uno y en las emisiones de Aló, Presidente del otro, transmitidos sin falta por radio y televisión, y en ambos países dejaríamos de despertarnos todos los días con una pelea distinta, con un nuevo insulto, con un conflicto más, y las cosas y los territorios en Colombia adquirirían su tamaño normal, pues ya a los huesos no se les diría huesitos ni a la carne se le llamaría carnita ni el gusto se denominaría gustico ni esa querida región paisa seguiría siendo el gigante merecedor de tantos privilegios (verbigracia, la mitad de los ministerios) en detrimento de otras zonas tan importantes como el Valle y la Costa, sino que regresaría a su justa proporción y en Venezuela los que componen la actual mayoría podrían hasta volver a usar esos vestidos rojos que tanto les gustaban y que ahora son incapaces de llevar para no sentirse chavistas.

Pero hay cosas más importantes: si Uribe y Chávez aprendieran a gozar de su vida sin ejercer el poder y permitieran que otros se ocuparan de dirigir nuestros destinos, los habitantes de la frontera, como muchos lo hacían, podrían ir tranquilos a trabajar en el día en un país y a dormir en las noches en el otro y el abundante comercio entre las dos naciones operaría sin contratiempos y en Colombia y en Venezuela la Constitución sería esa carta de navegación que no cambiaría por la simple conveniencia personal del mandatario de turno y las reglas de juego permanecerían estables y la democracia recobraría su vigencia y las nuevas generaciones, entre las cuales hay dirigentes más jóvenes, agradables, preparados y capaces que Chávez y que Uribe, quienes se consideran superhombres inigualables e insustituibles, tendrían una oportunidad sobre la tierra.

Pero, eso sí, habría algo que no se modificaría si Uribe y Chávez abandonaran el poder y se dedicaran a disfrutar de la vida: que tanto en Colombia como en Venezuela, igual que ocurre hoy con Uribe y Chávez ejerciendo la Presidencia, el sol seguiría ocultándose y saliendo cada día…

Fuente: El País de Cali