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Diario: viernes gris

Valencia, 6:10 pm

Hoy ha sido uno de esos días en los cuales pasa muy poco de bueno. El santo distraído o de espaldas. Salvo una conversa con el querido Daniel Labarca, nada gratificante. Claro que los ha habido peores, mas eso es consuelo de tontos. Las noticias, de afuera y de adentro, han sido todas negativas. Unas más inesperadas que otras. Pero siempre malas.

Por el día de hoy ya no quiero saber nada del mundo exterior, que parece haber escogido este viernes para mortificarme, como decía la buena de mi tía Loreta. Por fortuna, los resultados de los exámenes de sangre que me hice en la mañana, no están listos para hoy. No he podido leer ni escribir, ni siquiera pasar “a máquina” un ensayo sobre el papel y la literatura, que me solicitó el amigo artista Wladimir Zabaleta. Por otra parte, la gripe no termina de pasar, duermo mal, me molesta la garganta y ni siquiera me puedo dar el gusto de un Trinidad o Cohiba para compensar las malas nuevas. Además, he tenido que suspender el Omeprazol, y no es mucho lo que pueda tomar sin que me acuda una terrible acidez. Como si fuese poco, la novela de Roth, DERECHA E IZQUIERDA (Rechts und Links) que comencé a leer hace poco, se extravió y me niego a iniciar otra lectura hasta que termine con esta narración, una nueva elegía a las glorias del Imperio Austro-Húngaro, del cual Roth se autodesignó “súbdito-cronista-imperial”. Me consuelo hojeando el catálogo de la exposición JOSEPH ROTH IM EXIL IN PARIS 1933 BIS 1939, que el Museo Judío de París, le dedicó al amado escritor el verano pasado. De DERECHA E IZQUIERDA es esta línea memorable: “Convicciones y pasiones se presentan de manera confusa en los corazones y cerebros de los hombres, y no existe ninguna lógica interior”. De acuerdo con David Bronsen, en su biografía de Roth, esta narración sería el “ejemplo típico de una novela apenas esbozada que se construye a partir de la psique del autor, y que termina por ser dominante y eclipsar el bosquejo inicial de la acción”. Por lo poco que leído, la siento más cerca de FUGA SIN FIN que de LA CRIPTA. Quiero decir, que no me parece que Roth se haya procurado la dicción que lo convertiría en uno de los grandes exponentes de la prosa alemana contemporánea.