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La responsabilidad ecológica de los BRIC

Rosa Náutica

BRIC-390Luis Esteban G. Manrique

Desde el comienzo de la revolución industrial, a mediados del siglo XIX, los países hoy desarrollados han emitido las dos terceras partes de los gases invernadero que se encuentran en la atmósfera terrestre. Aún hoy, el 60% de esas emisiones proviene de las naciones industrializadas, que sólo albergan al 20% de la población del mundo.

Los países emergentes han sostenido hasta ahora que obligarles a limitar sus emisiones de gases de carbono obstaculizaría su crecimiento económico y, por tanto, su capacidad para erradicar la pobreza, lo que consideran inmoral porque Occidente ha disfrutado de dos siglos de crecimiento económico sin ningún tipo de restriccciones medioambientales.

Si ese impasse no se resuelve, la cumbre de cambio climático Copenhague del próximo diciembre corre el riesgo de producir acuerdos meramente cosméticos que mantendrán el statu quo. En el protocolo de Kyoto de 1997, que planteaba reducir las emisiones hasta un cierto nivel, los países industrializados se comprometían a reducciones obligatorias, pero que no afectaban las emisiones de los países en desarrollo.

Ese fue el motivo -o pretexto- del rechazo a firmarlo de George W. Bush en 2001. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces: EEUU y China emiten hoy el 40% del total, repartidos casi a la mitad. A su vez, a causa de la deforestación amazónica (el 40% del total mundial), las emisiones de Brasil son mayores que las de Alemania.

Con la actual tasa de deforestación mundial, que representan el 18% del total de emisiones, hacia 2050 se perderá una tercera parte del bosque amazónico, lo que liberara 3.500 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.

China, Brasil e India justifican su inmovilismo con el argumento del ‘stock’ histórico y también con otro hecho incontrovertible: las emisiones per cápita de ee uu, por ejemplo, son cuatro veces mayores que las de China. China argumenta además, que el 25% de sus emisiones están relacionadas con exportaciones a los países industrializados.

Pero algo ha comenzado a cambiar. En la inauguración de la Asamblea General de la ONU de este año, el presidente chino, Hu Jintao, declaró que su país reconoce “la importancia y urgencia” del cambio climático y prometió reducir las emisiones de carbono por unidad del PIB.

India, que emite sólo el 20% de las emisiones chinas y un 5% del total mundial tanto en términos per capita como en volumen total, ha comenzado a asociar el problema con la contaminación y su seguridad energética. India y China generan el 80% de electricidad que consumen en plantas alimentadas por carbón mineral.

El ministro de Medioambiente de India, Jairam Ramesh, va a presentar una serie de propuesta al Parlamento para elevar los estándares de eficiencia de consumo de energía e impulsar el uso de energías renovables. India es un país muy vulnerable a alteraciones climáticas como inundaciones, sequías y el ascenso del nivel del mar debido a los ciclos de los monzones.

“Aunque no creamos el problema, debemos ser parte de su solución”, admite Ramesh. Diez de las 15 mayores ciudades de los países en desarrollo –incluidas Bangkok, Yakarta, Dhaka, Shangai, Mumbai y El Cairo- están directamente amenazadas por inundaciones debido a su cercanía a ríos y océanos.

China e India comparten otro temor: la gradual extinción de los grandes glaciales de los Himalayas, que alimentan los caudales de ríos como el Amarillo, el Yang Tsé, el Indo o el Ganges durante las estaciones secas que suceden a los monzones y de los cuales depende la subsistencia de 2.000 millones de personas en Asia.

Los Himalayas y su entorno geográfico inmediato albergan la mayor masa de hielo del planeta fuera del Ártico y la Antártida. Dos terceras parte del agua dulce del mundo está contenida en glaciares. Según el glaciólogo chino Yao Tandong, debido al calentamiento climático, el 80% de los glaciales de la zona se podrían perder en los próximo 40 años.

A su vez, Brasil quiere reducir la tasa de deforestación un 70% en los próximos ocho años por una razón muy práctica. Debido a la alteración de los ciclos pluviales causada por la deforestación, la grave sequía de la Amazonía occidental en 2005-06 provocó que el caudal del Amazonas bajara hasta los 12 metros, el mayor descenso que se ha registrado hasta la fecha.

Según el Banco Mundial, un ascenso de las temperaturas de 2º centígrados produce pérdidas equivalente al 1% del PIB mundial, una cifra que se dispara al 4% en África y al 5% en India por inundaciones, sequías y otros desastres naturales. Entre 1981-85 menos de 500 millones de personas requirieron ayudas internacionales directas por desastres naturales; en 200-05 fueron 1.500 millones personas, un 4% del total de la población de los países pobres y el 7% de las de medianos ingresos.

Las principales causas son viviendas y servicios sanitarios muy precarios. Cuando el huracán Mitch arrasó Honduras, por ejemplo, los hogares pobres perdieron entre el 15-20% de sus bienes, mientras los ricos apenas el 3%.

Un clima más cálido podría exponer a la malaria a más de 90 millones de personas en África porque las altas temperaturas disparan la proliferación de mosquitos en áreas más frías y elevadas. En algunas regiones americanas, la incidencia del dengue se ha duplicado entre 1995 y 2007 debido también a esa causa.

Foto: indap