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Juan Carlos Rodríguez: sobre la lectura de los jóvenes y sus inicios como lector

Juan Carlos Rodríguez

Prodavinci tuvo la oportunidad de entrevistar al escritor colombiano Juan Carlos Rodríguez. Aquí sus respuestas:

¿Cómo estimular la lectura en los jóvenes?

Pensar en una fórmula es difícil. Llevo 10 años trabajando como profesor de literatura y lo que la experiencia me ha demostrado que los jóvenes reciben muy bien la literatura que sea (la más difícil, los clásicos, lo más reciente o lo más ligero), si les llega de una forma capaz de tocarlos. Creo que jóvenes de 15 años pueden leer perfectamente La Ilíada o La Odisea, siempre y cuando tengan a una persona apasionada por ese libro que los acompañe en la lectura.

Hemos caído demasiado en la idea de que debe haber una literatura para jóvenes y dirigida especialmente a ellos, que les hable de sus temas y de sus problemas. Pero creo que la literatura sin etiquetas y sin géneros también puede comunicarles. Es un poco más difícil, pero creo que lo primero que hay que hacer es desdramatizar la literatura, el hecho de escribirla, de leerla, de apreciarla, de quererla, de creer que El Quijote es una compilación de unos señores que están encerrados en unas bibliotecas y acercárselo de una manera natural, fresca y espontánea.

Tengo experiencia de lecturas con mis estudiantes en que los oigo con el lenguaje más coloquial hacer alabanzas de Homero, que es una cosa muy curiosa porque nadie esperaría que un muchacho de 15 o 16 años se emocione tanto con algo que se piensa es tan distante. También creo que disfrutan mucho la distancia, porque si se mira a la nueva literatura juvenil, se descubre una literatura que genera distancia, por ejemplo la magia pensando en el caso más conocido: un mago joven pero a la vez distinto. Lo importante es que los jóvenes tengan acceso a los libros y que estén ahí.

¿Cómo te iniciaste en la literatura?

Básicamente había libros en mi casa, y mi papá me enseñó a leer antes de que fuera al colegio. Luego cuando fui a estudiar literatura se sorprendió mucho, pero él había hecho el daño antes. Tengo dos recuerdos que tal vez no sean los primeros pero son los que pienso cuando analizo cómo me acerqué a la literatura. Uno es que en mi cuarto había una estantería enorme que mi papá colocó allí para poner unos libros que tenía guardados y se tomó la molestia de organizar los que creía que podrían interesarme abajo y los otros arriba, me lo dijo, y eso bastó para que tan pronto él saliera del cuarto yo me trepara para leer los libros que no debía leer; y esa curiosidad por los libros que supuestamente no debía leer fue lo que me acompañó durante los primeros 20 años de mi vida.

El otro recuerdo es en la casa de vacaciones de mi mamá, con un calor terrible, nada más que hacer, con mucho tiempo libre, pasaba muchas horas leyendo como una forma de evasión pero también de entretenimiento.