- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

El brusco aterrizaje de Obama

Rosa Náutica

2237034946_d200b789f1Por Luis Esteban G. Manrique

Durante uno de los debates de la campaña electoral, Barack Obama dijo que estaría dispuesto a reunirse durante el primer año de su administración, en Washington o en cualquier otro lado, con los líderes de Irán, Siria, Venezuela, Cuba o Corea del Norte, lo que provocó que sus rivales le acusaran de ser un “ingenuo”.

Su defensa de lo que denominó una “diplomacia directa” se convirtió es uno de los rasgos definitorios de sus propuestas de política exterior, como si estuviera convencido de que su elocuencia y atractivo personal fuesen suficientes para resolver algunos de los más complejos y enquistados problemas exteriores de EE UU.

Sin embargo, hasta ahora su único gesto en esa dirección ha sido un fugaz intercambio de saludos y promesas bienintencionadas con el presidente venezolano, Hugo Chávez, en el marco de una cumbre interamericana. Y no es probable en un futuro previsible un encuentro similar con el iraní Mahmud Ahmadineyad, el cubano Raúl Castro o el norcoreano Kim Yong Il.

La explicación es simple: ninguna de sus iniciativas de apertura, salvo el acuerdo de limitación del arsenal nuclear firmado con Rusia, ha sido respondida con reciprocidad por parte de los adversarios más recalcitrantes de su país. El supremo líder iraní, ayatolá Ali Jamenei, no sólo no ha respondido las dos cartas que según la prensa iraní le ha enviado Obama sino que ha desencadenado una represión con “métodos fascistas y totalitarios” contra sus opositores, como ha denunciado el ex presidente Mohamed Jatamí.

Tanto Chávez como el presidente sirio, Bashar Al Assad, han fortalecido su alianza con el régimen de Teherán, que no da ninguna señal de querer dar marcha atrás a su programa nuclear, sobre todo si Rusia y China no apoyan una nueva ronda de sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU, como parece probable.

Otras señales son igualmente ilustrativas. Bagdad ha retirado su embajador de Damasco por “el reiterado apoyo sirio al terrorismo en Irak”. Pyongyang ha vuelto a demandar que Washington reconozca su status de potencia nuclear. Por su parte, el general Muhamad Bagher-Zolghadr, subcomandante en jefe del ejército iraní, ha prevenido a los iraníes contra la tentación de rendirse ante la “guerra blanda” lanzada por sus enemigos.

En Afganistán la apuesta reeleccionista de Hamid Karzai ya ha quedado manchada por las extendidas sospechas de fraude, lo que representa el primer fracaso significativo de la política exterior de Obama, que había subrayado que el objetivo prioritario era un proceso electoral creíble, no la victoria de un candidato determinado. Karzai no sólo ignoró las recomendaciones de la Casa Blanca sino que se presentó como un nacionalista que luchaba contra las presiones extranjeras.

Tampoco entre la opinión pública de los países aliados de EEUU Obama ha logrado un respaldo a su proyecto de perseverar en la guerra contra los talibanes. Dos tercios de los alemanes se opone a la misión de la OTAN en Afganistán. Ante la presión popular, el gobierno canadiense ha tenido que prometer que sus fuerzas se retirarán del país a más tardar en 2011.

Los holandeses lo harán el próximo año y los británicos, que han perdido 212 soldados en la guerra, son cada escépticos ante las argumentos de su gobierno para justificar la guerra, que han pasado de “luchar contra el terrorismo” al control del tráfico de heroína.

Zbigniew Brzezinski, que hace 30 años se enfrentó a desafíos en Irán, Afganistán y Oriente Próximo como asesor de seguridad nacional de Jimmy Carter, ha declarado al ‘Financial Times’ que “en cuantos más asuntos se enreda Obama, más incapaz es de actuar” y que en Afganistán corre el peligro de empantanarse en una escalada bélica sin estrategia de salida clara.

Entre julio y agosto murieron 89 soldados estadounidense en Afganistán, más que en cualquier periodo similar en la guerra. Según una encuesta de Gallup, hoy el 61% de los estadounidenses cree que la guerra va mal, frente al 43% de julio.

Incluso desde las filas demócratas se oyen voces disidentes. Desde el ‘New York Times’, Tom Friedman demanda a Obama que sea claro sobre los costes y la duración de la guerra y Maureen Dowd le recuerda que los discursos conciliadores están bien, pero que cuando el otro bando juega sucio, es hora de comenzar a inspirar algo de miedo entre los adversarios.

Foto: sumrow