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Revoluciones conceptuales en el arte del siglo XX

avignonPor David Galenson

Los estudiosos y críticos de arte han confesado su incapacidad para comprender el arte contemporáneo en lo que consideran la incoherente época del “pluralismo” y el “postmodernismo”. Así en el año 1997, el filósofo y crítico Arthur Danto afirma “el arte contemporáneo ya no se puede permitir que un tipo de narrativa maestra le represente” y en el año 2005 Peter Schjeldahl escribe en la revista New Yorker que “En los años 80, el mundo del arte contemporáneo estalló en cuatro fragmentos principales…Con el tiempo, incluso esos fragmentos se desintegraron convirtiéndose en el revoltillo desmadejado que prevalece desde entonces”. Las características clave de esta época incluyen la desaparición de estilos dominantes y un drástico incremento en la diversidad de formatos físicos en que se expresan las obras de arte.

Los críticos de arte no se han dado cuenta de algo importante; lo que ellos denominan pluralismo o postmodernismo no surgió espontáneamente a fines del siglo XX sino de la ampliación sistemática de prácticas que comenzaron más bien a principios del siglo. En general, el arte del siglo XX difiere claramente del arte de todas las épocas anteriores, debido a la primacía de un tipo muy específico de creatividad artística a la que el nuevo entorno de mercado brinda una ventaja decisiva.

Antiguos maestros y Jóvenes genios

Los artistas importantes se pueden clasificar en dos grupos, en base a sus metas y métodos. Los innovadores experimentales buscan registrar percepciones visuales. Sus metas no son precisas y por ende trabajan por medio del método de ensayo y error. Desarrollan sus destrezas a lo largo del tiempo y sus innovaciones van apareciendo gradualmente, al final de su vida. Los innovadores conceptuales expresan sus ideas y emociones, por lo tanto, la precisión de sus metas les permite planificar su trabajo y ejecutarlo de manera sistemática. La radicalidad de sus innovaciones conceptuales depende de su habilidad para reconocer el valor de las desviaciones más extremas respecto a las convenciones existentes. Su habilidad declina con la experiencia, a medida que las ideas se van arraigando como habituales, de manera que sus innovaciones conceptuales más importantes se dan al inicio de su carrera.

Tanto los innovadores experimentales como los conceptuales han jugado un papel muy importante en la historia del arte occidental. Entre los antiguos maestros, Eyck, Masaccio, Rafael, Caravaggio y Vermeer fueron innovadores conceptuales, mientras que Leonardo, Miguel Ángel, Tiziano, Velázquez, y Rembrandt fueron innovadores experimentales. En los artistas más importantes del siglo XIX vemos innovadores conceptuales como Manet, van Gogh y Gauguin, e innovadores experimentales como Monet, Degas y Cezanne. Durante siglos, ninguno de los dos grupos llegó a dominar la vanguardia del arte. Sin embargo, en el siglo XX la situación cambia a medida que los innovadores conceptuales van ganando ventaja sobre los experimentales, como consecuencia de un cambio fundamental en la estructura del mercado del arte. En el arte del siglo XX hay grandes innovadores experimentales, como Mondrian, Kandinsky y Pollock, pero su influencia se ve eclipsada rápidamente por artistas más jóvenes que dirigen sus descubrimientos hacia fines conceptuales.

El surgimiento de un mercado competitivo para el arte

En el año 1874, frustrados por no lograr que sus trabajos fuesen aceptados para la exposición de la Salón oficial de París, Claude Monet organiza una exposición independiente con un grupo de amigos, en la que incluye cuadros de 29 artistas. Aunque su influencia no resultó evidente hasta mucho después, la primera exposición Impresionista dio inicio a una nueva época, donde la reputación de los artistas más importantes ya no dependería del Salón de París sino de exposiciones independientes. Desde una perspectiva analítica, el cambio crucial iniciado por los Impresionistas en el año 1874 radica en la eliminación del monopolio del salón de París para presentar las novedades artísticas en un entorno que los críticos y el público aceptarán como legítimo.

El mercado competitivo para el arte innovador no se generó de inmediato. Pero a medida que comenzaron a subir los precios, no sólo de los Impresionistas, sino también de Cezanne y otros Post-impresionistas, más y más galerías privadas quisieron vender las obras de los artistas más jóvenes. El primer artista que logra un auge a través de exposiciones en galerías más que en exposiciones en grupo fue el ambicioso joven Pablo Picasso. Al inicio de su carrera, Picasso usó su arte para crear un mercado competitivo para su obra; entre 1901 y 1920, como mínimo pintó retratos de nueve marchantes de arte y de la esposa de un décimo. Los retratos de Vollard, Kahnweiler y demás dueños de galerías pintados por Picasso ofrecen la prueba visual sobre el nacimiento de un nuevo régimen en la historia del mercado del arte.

A partir del renacimiento, el grado en que un artista podía innovar dependía de la necesidad de satisfacer a sus poderosos mecenas y las instituciones. Al surgir el mercado competitivo, se eliminó esta limitante, dando más libertad a los artistas. Los coleccionistas no tardaron en darse cuenta que el arte más innovador se convertiría en el arte de mayor valor. En un entorno de mercado que premiaba la innovación, los artistas conceptuales que innovan rápida y conspicuamente lograron una ventaja decisiva. Aquí también fue Picasso quien marcó la pauta.

La vía al pluralismo y el postmodernismo

Al inicio de su carrera, Picasso sorprendió a muchos en el mundo del arte, al cambiar de estilo abruptamente y con frecuencia. Hasta ese momento, el estilo era una marca personal para los artistas; Picasso comparó los estilos con idiomas argumentando que los artistas debían tener la libertad de usar el leguaje que mejor expresara sus ideas. Muy pronto, Duchamp, Picabia y toda una serie de artistas conceptuales siguieron esta práctica, haciendo que la versatilidad estilística se convirtiera en norma. En el año de 1963, Andy Warhol rechazó la idea del compromiso con un único estilo, al declarar que “Uno debía poder ser, la semana próxima, un Expresionista Abstracto, un artista Pop, o un pintor realista, sin sentir que se ha sacrificado algo”. Con el tiempo, esta actitud generó una de las características del arte contemporáneo que más ha confundido a los críticos, como por ejemplo Schjeldahl que en el año 2002 al hablar sobre Bruce Nauman comentó “No existe un estilo Nauman”. Para muchos estudiosos del arte, este comportamiento es preocupante, pero para los artistas conceptuales resulta una liberación. Así, el pintor alemán Gerhard Richter comenta en el año de 1977 que “los artistas cambiantes son un fenómeno que va creciendo,” y luego, al reflexionar sobre su obra, “Ahora, el hecho de que mi trabajo esté por todas partes se ha convertido en la característica que me identifica”.

En el año 1912, Picasso pegó con goma un pedazo de tela en un pequeño cuadro, violando una convención de larga data; sobre la superficie del lienzo no se podía colocar sino pintura. Rápidamente se le reconoció como el primer ejemplo de un nuevo género, el collage. Braque, Tatlin, Duchamp y otros jóvenes artistas conceptuales siguieron sin demora el ejemplo de Picasso, violando las convenciones existentes respecto a la pintura y la escultura, para definir sus propios formatos novedosos de arte. Durante el siglo XX, se inventaron y nombraron más de cuatro docenas de géneros artísticos distintos contribuyendo a la fragmentación del arte, a medida que una considerable cantidad de artistas se unían a los pintores y escultores haciendo collages, instalaciones, creando ambientes y otros formatos novedosos. Esta proliferación de géneros, núcleo del pluralismo artístico de finales del siglo XX, surge como la respuesta de una serie de jóvenes innovadores iconoclastas a la alta recompensa que se brindó a la innovación conspicua.

El mundo del arte conceptual

En el año 2001, Arthur Danto declara “Vivimos en un mundo de arte conceptual”. Su observación fue muy precisa, pero llegó tarde. El mundo del arte conceptual de fines del siglo XX y principios del siglo XXI se desarrolla, clara y directamente, a partir de las innovaciones previas de Picasso, Duchamp, y sus muchos herederos.

Durante el siglo XX, los innovadores conceptuales no sólo comienzan a cambiar frecuentemente su estilo y a crear obras que deliberadamente violan los límites de los géneros artísticos tradicionales, sino que también participan en una serie de conductas que se desvían drásticamente de las expresiones artísticas anteriores (ver Galenson 2009). Sin embargo, los estudiosos del arte en general no han tomado en cuenta o no han comprendido estos patrones. Como están entrenados para analizar la historia del arte como una progresión de estilos, estos expertos quedaron indefensos cuando el estilo se convirtió en un simple accidente bajo las revoluciones conceptuales del siglo XX y la única calificación que encontraron para el arte contemporáneo fue definirlo como incoherente. Esta opinión es errada. El arte contemporáneo es el resultado lógico del desarrollo del arte progresista a lo largo del siglo XX, pero esto sólo lo pueden entender quienes estén dispuestos a reconocer los patrones sistemáticos generados por el comportamiento deliberado de jóvenes innovadores, al estar operando en un mercado competitivo que ha premiado en forma consistente la innovación radical y conspicua.

Vía Voxeu