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Zelaya, abandonado por los suyos

Rosa Náutica

zelayaPor Luis Esteban G. Manrique

En toda América Latina las conexiones familiares son enormemente importantes en cuestiones de poder y dinero. Pero en los países centroamericanos lo son aún más porque el reducido tamaño de sus poblaciones y su estructura social hace de la política un ámbito especialmente endogámico, dominado por un puñado de familias que extienden sus influencias por el gobierno, el Congreso, los tribunales, el ejército y la Iglesia católica.

Al menos en dos países, tener como padre a un famoso presidente (José Figueres en Costa Rica y Omar Torrijos en Panamá) ha sido un importante capital para que sus hijos ganaran la presidencia una generación más tarde. En Panamá incluso el hecho de ser la viuda de un presidente famoso, como lo fue Mireya Moscoso, era una calificación para la presidencia.

Todo ello explica que la defenestración del poder en Honduras de Manuel Zelaya, miembro de una poderosa familia de terratenientes y empresarios madereros, haya sido una historia de traición casi familiar y, por ello, sean tan enconadas las rivalidades que hasta ahora han impedido un acercamiento de las partes enfrentadas.

Desde su independencia, en 1821, Honduras ha tenido 16 constituciones, la mayoría de ellas muy vulnerables a los deseos de los caudillos -civiles y militares- de perpetuarse en el poder. La última de ellas, promulgada en 1982 después de una larga dictadura militar, fue redactada con el expreso propósito de prohibir la reelección, que amenazaba con desequilibrar el pacto de alternancia entre las principales “familias” políticas. Según el artículo 239, cualquier presidente que busque enmendar la carta para extender su mandato queda automáticamente deslegitimado para ejercer el poder.

Pero ya el premier presidente elegido bajo la nueva carta, Roberto Suazo Córdova, buscó eliminar esa prohibición constitucional. El propio “presidente interino” actual, Roberto Micheletti, participó en 1985 en un intento de convocar al Congreso como Asamblea Constituyente, con el claro objetivo de extender el mandato de Suazo Córdova suspendiendo los artículos constitucionales opuestos a la reelección. La moción de 1985 fue rechazada y Suazo no pudo quedarse más de la cuenta.

Zelaya volvió a caer en esa tentación en un país que, como en el resto de Centroamérica, un grupo bastante cerrado de ricos propietarios, muchas veces emparentados, ejercen una poderosa influencia sobre la política económica, la justicia y las instituciones del Estado.

En 2006, Alexander Segovia, profesor de la Universidad Centroamericana de El Salvador (UCA), publicó un extenso estudio titulado “Integración real y grupos de poder económico en Centroamérica: implicaciones para el desarrollo y la democracia en la región”, en el que planteaba que los intereses creados de los grupos empresariales habían pasado a controlar el ámbito de los partidos políticos en la región.

El estudio sostenía que especialmente en el caso de Honduras, esos grupos eran tan fuertes que decidían quién sería el presidente. Junto con la elite establecida, añadía el estudio, un grupo más oculto de barones de la droga también se había vuelto crecientemente poderoso en años recientes, al punto de que cooptaba al sistema político invirtiendo ganancias provenientes de la droga en las campañas electorales.

Al romper todos esos pactos y acercarse a Hugo Chávez, Zelaya se enemistó en primer lugar con sus propios compañeros del conservador Partido Liberal de Honduras (PHL), que percibieron su giro izquierdista como una maniobra oportunista para perpetuarse en el poder con la ayuda del dinero venezolano.

Zelaya ha acusado a “10 empresarios” de haber financiado el golpe. El más poderoso de ellos es Miguel Facussé Barjum, hoy octogenario y como muchos otros empresarios hondureños, de ascendencia palestina o libanesa. Su sobrino, Carlos Flores Facussé, fue presidente de Honduras en 1998-2002, y su yerno, Freddy Nasser, es otro importante hombre de negocios.

Facussé fue presidente de Cressida, la mayor firma de bienes de consumo en la región hasta que fue vendida a la multinacional anglo-holandesa Unilever en 2000 por 322 millones de dólares. Facussé es también el mayor productor de aceite de palma en Honduras (cuya producción representa el 5% del PIB del país), con extensas plantaciones que totalizan unas 20.000 hectáreas.

Freddy Nasser Selman, por su parte, controla la compañía telefónica Megate y vendió el 40% que tenía de la Empresa Nicaragüense de Telefonía (Enitel), a América Móvil, del magnate mexicano Carlos Slim por 85 millones de dólares. Nasser es presidente además del Grupo Terra, fundado en 1978, que tiene intereses en energía, petróleo, tratamiento de aguas, químicos, telecomunicaciones, infraestructuras, construcción y servicios y es también el principal accionista de InterAirports, la compañía de servicios de aeropuertos que controla los cuatro aeropuertos internacionales de Honduras.

Otro magnate local descendiente de árabes es Schucry Kafie, presidente de la principal compañía de energía del país, Lufussa. Según distintas versiones, esos magnates de origen árabe han competido por el poder y la influencia política con un grupo de familias judías lideradas por el banquero Jaime Rosenthal, y el comerciante maderero cubano de nacimiento José Lamas Bezos. La facción judía fue favorecida por Zelaya.

Rosenthal, el hombre más rico del país, es un prominente miembro del PLH y ha competido por la presidencia en cuatro ocasiones. Fue vicepresidente con el ex presidente José Azcona Hoya (1986-1990), pero renunció debido a diferencias políticas. Fue también diputado entre 2002-06.

Rosenthal cumplió un importante papel en la campaña presidencial de Zelaya en 2005, y su hijo, Yani, fue ministro de la presidencia de Zelaya de 2006-07, cuando se alejó de él, probablemente por su disgusto con el acercamiento a Chávez y sus propias ambiciones presidenciales, alentadas por su padre.

Rosenthal y su hermano Edwin son dueños en parte del conglomerado Grupo Continental, que tiene amplios intereses en casi cada sector económico en Honduras, incluyendo la banca y los seguros (Banco Continental, Banco de Occidente), los medios (diario el Tiempo, Canal 11, Cable Color), cemento, empaque de alimentos, plátanos, café, cacao, cría de ganado, propiedades comerciales y residenciales…

Por su parte, Lamas es dueño de la mayor compañía de maderas en el país y es el mayor proveedor del gigante estadounidense Home Depot. El sector maderero hondureño ha sido muy criticado por grupos medioambientalistas internacionales por el talado indiscriminado de valiosas especies de árboles de madera dura, como la caoba.

El ex jefe de gabinete de Zelaya, Roberto Babún, es también otro de los ricos comerciantes de maderas. Si Zelaya ha perdido el apoyo de todos esos ex socios políticos y económicos su posibilidad de regresar al poder es reducida. En el Índice Global de Percepción de la Corrupción de 2008 de Transparencia Internacional, Honduras ocupa el puesto 126 entre 180 países de todo el mundo y el puesto 26 entre los 32 países de América Latina-Caribe, marcando 2,6 puntos sobre 10 posibles, lo que indica “corrupción desenfrenada”.

Imagen: Pan-African News