Artes

Jesús Orbegozo y los caminos de la Fe y la Alegría

"Ese sentir del venezolano que sí quiere, que sí sueña y que sí pone todos los medios para realizar esos sueños, es sumamente importante y si alguna cosa va a configurar una Venezuela distinta, es que ésa sea la tónica del país, un país que realice los sueños."

Por Prodavinci | 20 de julio, 2009

jesus

Por Rafael Arráiz Lucca

Es difícil que un venezolano medianamente informado ignore la obra titánica de Fe y Alegría, también es difícil ignorar que uno de sus motores principales, sucesor de la fuerza fundacional del padre Vélaz, es el sacerdote jesuita Jesús Orbegozo. Hablar con él y comprender las razones del éxito de la más grande obra educativa y social de los jesuitas en América, es lo mismo. También muchos venezolanos ignoran que Fe y Alegría nació en Venezuela y que hoy en día está extendida por todo el continente hispanoamericano, incluido Brasil. Oigámoslo hablar.

Ya el padre Ugalde me comentó que ustedes habían llegado juntos, incluso venían más o menos de la misma zona.

Sí, él nació en Vergara, provincia de Guipuzcoa y yo nací en Azpeitía, en la misma provincia, y nos encontramos en el año 56, cuando ingresamos al noviciado en Veruela, España. Es un monasterio medieval, gótico, con su iglesia, su claustro, su salón de los reyes y unos espacios impresionantes. Hacía un frío tremendo.

Cuando llegamos a Venezuela nos fuimos a Los Teques, en el año 57. Yo tomé esa opción de vida a los 17 años. Después de haberlo madurado todo un año, me pareció que ése era mi camino y, terminado el bachillerato, a punto de entrar en la universidad, decidí optar por esta alternativa: una vida religiosa en la compañía de Jesús. Entonces ya me sonaba Venezuela. La tenía como horizonte, como una tierra, creía yo, demasiado oscura. Quería hacerme sacerdote para atender esta zona. En el 57 comenzamos nuestra vida americana en Los Teques. Me pareció un paraíso terrenal. Toda la vegetación tropical, el encuentro con las culebras, porque la primera cosa que vi fue una cascabel. Estuvimos dos años allá en contacto con los barrios, acompañando a la comunidad, dando catecismo en la escuela del barrio Cabeza de León, que todavía existe, en la
entrada de Los Teques.

Terminado nuestro noviciado, nos trasladamos a Santa Rosa de Boyacá, a estudiar humanidades en Colombia, en la Javeriana. Estudiábamos los clásicos latinos y griegos en su lengua original, La Eneida, Homero. Después pasé a hacer mis estudios de Filosofía en la Universidad Católica de Quito, allí estuve tres años en un clima muy distinto al nuestro, a 3.000 metros de altura. Teníamos bastante contacto con toda la cultura indígena, urbana, y de ahí nos fuimos formando en el mundo de las ideas filosóficas, los clásicos de filosofía, la historia de la filosofía, y estudiamos la gran propuesta escolástica. Y, una vez que nos licenciamos allá, regresé a Venezuela y fui al Pedagógico a estudiar Física y Matemática.

¿Para ser profesor?

Sí, para profesor. Estudié del 63 al 67 Física y Matemática en el Pedagógico, y ya era profesor en el Colegio San Ignacio. En el 67 hice mis cuatro años de estudios de Teología en Inglaterra, en Hertford College, en Oxford, y ahí estuvimos tres años. Después, la facultad se trasladó a la Universidad de Londres y el cuarto año lo hicimos allá.

Allí nos dedicamos a la teología, en contacto con el mundo anglosajón. Íbamos todas las semanas a Oxford a recorrer librerías, contemplábamos los libros, si teníamos cómo comprar los comprábamos y si no los mirábamos y anotábamos para que la Facultad solicitara los libros temáticos que habían aparecido y no estaban en la biblioteca.

Fue una vida muy intensa de estudio, una vida casi idílica. Íbamos a conferencias y los profesores de la Universidad de Oxford también eran profesores nuestros, estaba Federico Copleston, de Historia de la Filosofía, que era nuestro decano. Toda una autoridad en Inglaterra en el mundo filosófico.

Luego regresé y empecé a dar clases en la Universidad Católica Andrés Bello de Física Experimental y entonces la universidad me envió a Alemania para formarme en el uso de material de laboratorio, en Colonia, durante un año y ahí, con mi alemán elemental, me pude defender. Después estuve dedicado casi veinte años a la docencia de Física Experimental y de Filosofía, en la Universidad Católica.

¿Qué rama de la Filosofía?

La metafísica, la filosofía fundamental, que creo que es la madre de la filosofía y que a mí siempre me gustó. Durante mis estudios tuve especial interés en estudiar Ética o Cosmología. Cuando pude, también asumí la responsabilidad de las clases de Metafísica. Con los metafísicos modernos y contemporáneos estuve metido cerca de veinte años, y luego tuve la oportunidad de completar mis intereses educativos con una maestría en Stanford, y así completé mi formación.

¿En qué fue la maestría?

En Educación. Para mí fue muy importante porque me abrió al mundo de la economía de la educación y de relaciones internacionales de la educación.

Debe haber tenido cuarenta años, entonces.

No, tenía treinta y siete años.

¿Y dónde trabajó al regresar?

Estuve en el Centro de Reflexión y Planificación Educativa, Cerpe. Iniciamos el centro con toda la parte de investigación educativa y estuve allá como seis o siete años en la dirección académica y lanzamos varias líneas de investigación, de publicaciones, y ya por el año 83 pasé a la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC), negociando un convenio entre AVEC y el Ministerio de Educación para subvencionar o fortalecer la educación popular.

¿Cuántos años tiene en Fe y Alegría? ¿Desde cuándo está allí?

Desde el 89. Terminado ese período en AVEC, entré en Fe y Alegría.

¿El padre Vélaz estaba allí?

El padre José María Vélaz murió en 1985, pero aquí estaba su hermano, José Manuel Vélaz.

¿Es sacerdote?

Sí, y todavía, a sus ochenta y nueve años, lleva proyectos educativos con los indígenas. Con sus dos bastones se defiende. En el estado Bolívar tenemos un internado en el que atendemos a los indígenas de las diferentes etnias, con 80 a 90 indígenas, en una hacienda que compramos y que ha sido para la aplicación práctica de la agricultura, manejo de ganado, etc., para que no lleven únicamente conocimientos académicos cuando regresen a sus casas, a su zona, sino que también lleven conocimientos de producción agropecuaria.

Muchas veces, reflexionando sobre el pasado, uno siente que ha recorrido un camino largo, pero donde quizás uno ha marcado con mayor impronta ha sido en Fe y Alegría.

¿Es una etapa de mayor entrega personal?

Entrega y además madurez, porque yo entré aquí con cincuenta años de edad, ya con una experiencia muy larga, tanto en la educación como en la gestión y la investigación, y entré, pues, a dar todo y a recibir todo.

¿El modelo de Fe y Alegría es un modelo venezolano que se exportó?

Ha habido varias etapas, una etapa inicial que fue como de reconocimiento y de inserción en Fe y Alegría, porque nuestra institución nace en el año 55 y se enraíza primero en Venezuela, pero ya en 1964 se empieza a expandir por catorce países latinoamericanos.

Nacimos en Catia, en el lugar de los actuales bloques y nos expandimos primero en el oeste de Caracas y en el barrio Unión de Petare. Yo recuerdo que en el año 57 o 58 visitamos Petare y vi construir el colegio María Inmaculada y yo me preguntaba ¿y ese colegio para qué? Un colegio de semejante estructura, cuando sólo había unas casitas por aquí, por allá, hoy en día el colegio está totalmente inmerso dentro de un contexto de barrio muy apretado. Nuestro problema ahora es cómo conseguir pequeños espacios para la ampliación y poder crecer dentro del colegio para prestar mayores servicios educativos.

Alguien me comentó una vez que la cifra de alumnos de ustedes está cerca de los 100.000. ¿Es cierto?

En Venezuela, en el ámbito escolar, estamos en este momento en 103.000, esto es de 2002, pero tenemos 72.000 o 73.000 en educación de jóvenes y adultos por la radio. Además de eso, formamos 175.000 alumnos en educación formal, y unos 100.000 y algo en educación no formal, trabajo comunitario, etc. En Venezuela hay alrededor de 300.000 personas en atención directa.

Es el trabajo social más importante de los jesuitas en Venezuela, evidentemente.

Y en América Latina. En esta presencia que tenemos en 14 países, estaremos manejando una cifra cercana al millón de personas en atención directa, siempre en sectores populares.

¿Cómo se ve Venezuela desde Fe y Alegría?

Yo te voy a hablar de nuestros tres últimos lemas, que reflejan nuestra visión y nuestra preocupación por Venezuela. En 2001 nuestro lema fue «Quién dijo que se acabaron los sueños». Sentíamos que el país ya no estaba soñando, que había cortado sus ilusiones de superación, de sentido de futuro y marcamos nuestro rumbo con este lema. El año pasado fue «Vamos a darle al país una oportunidad de la esperanza», y es que Venezuela necesitaba una esperanza. Y de 2001 para 2002, lo formulamos y de pronto vimos que lo de la esperanza era una cosa vital y nos ha orientado en nuestro quehacer propositivo y nuestro quehacer de construcción de proyectos. Y este año nuestro lema, nuestra visión del país es «Caminos de encuentro»; en una sociedad tan dividida, tan polarizada, tan quebrada, con difícil recorrido de reconciliación, cómo generar caminos donde nos encontremos los venezolanos. Esta es nuestra visión de Venezuela y nuestra propuesta. Todo lo que hacemos durante el año pretendemos que esté alrededor de esto.

Y volviendo a Jesús Orbegozo, ese joven que llegó aquí de diecisiete o dieciocho años, ¿ha vuelto a España a lo largo de todos estos años?

Sí, yo tengo mi familia en España y la visito cuando tengo ocasión.

¿Cómo ha sido el cambio de la España que usted dejó a la España de hoy? Creo que hay un abismo ¿no?

Yo dejé España prácticamente en el 56, de 1956 a 2003 naturalmente hay un abismo total. Pero no he tenido oportunidad de quedarme mucho tiempo en España, siempre ha sido tierra de paso, de visita corta, pero sí veo que no sólo ha cambiado en el aspecto social y económico, sino en el cultural, en el modo de pensar, en los valores. Es muy difícil, de pronto, hacer una secuencia lógica de lo que uno dejó a lo que uno encuentra. Uno se ha tejido, se ha entrelazado, se ha hecho en Venezuela, entonces en el modo de pensar, de valorar las cosas, la sensibilidad, pues, hay una distancia muy grande entre el modo como nosotros somos y nos hacemos y nos relacionamos, al modo como encuentra uno la vida en España.

Naturalmente los entiende, pero a veces nuestras valoraciones difieren y no sé a favor de quién. Nosotros tenemos unas sensibilidades y unas dimensiones humanas que quizás los españoles hayan perdido, yo no me atrevo a hacer una afirmación absoluta, ni mucho menos, pero uno siente que hay más sensibilidad social aquí, que en una cultura movida fundamentalmente por el desarrollo económico y por la promoción socioeconómica de la gente. De todas maneras, reconocemos en España una generosidad impresionante en la juventud, esta ola de voluntariado que existe, eso revela que no se puede decir ni afirmar cosas absolutas. Pero la primera impresión es diferente, no por el lenguaje, sino por el modo de pensar y el modo de proponer las cosas y el modo de ver el presente y el futuro. No se puede analizar ni simplificar. A veces los españoles que vienen aquí, deberían tratar de comprender cómo somos, eso es importante, es un signo de respeto y de reconocimiento del valor del otro.

¿Quisiera algo sobre Fe y Alegría?

Fe y Alegría ha tenido desarrollos importantes. Tenemos 150 escuelas con sus programas de formación nacional, en la parte de educación radiofónica hemos desarrollado nueve emisoras, y en esas nueve emisoras no hay una proyección únicamente educativa formal, sino comunicacional. La formación del ciudadano se hace por la comunicación, por la noticia, por los programas de opinión, siempre que se respete su libertad de tomar posición. Y, últimamente, hemos desarrollado también la educación universitaria con el Instituto Universitario Jesús Obrero de Catia, que empezamos hace cinco años. Nosotros mismos estamos sorprendidos del desarrollo y del impacto que ha tenido, porque las clases populares no tienen oportunidad para educación superior. En vista de eso, estamos desarrollando la propuesta de educación superior en el Instituto Universitario en Petare, una extensión del de Catia. En el municipio San Francisco de Maracaibo, estamos también tratando de abrir, ya tenemos las instalaciones en alianza con la alcaldía.

¿Siempre en la línea de institutos universitarios?

Sí, y en Barquisimeto también estamos comenzando obras. La última propuesta es en Nuestra Señora de la Paz de Guanarito, como fue bautizada, un municipio agropecuario. Hay mucho andino que tiene finca mediana en el llano con mucho empuje productivo, y en alianza con la gobernación, con la alcaldía, con los finqueros andinos y algunos hacendados del lugar, estamos desarrollando una propuesta de un instituto universitario que sea como el eje articulador de toda la red social del municipio, donde las cosas sucedan y sucedan bien. Por ejemplo, que la acera esté limpia, que esté adornada y que los servicios mínimos de salud funcionen. Hay problemas de salud serios en el llano, de tratamiento de aguas. Necesitamos hacer que la educación merezca la pena en la calidad de vida de la población, y entonces crear una ciudad de la paz que sea como emblemática y donde todos puedan crear una propuesta de educación para otros municipios de Venezuela, como un centro de formación de promotores sociales y comunitarios. Esa es la última ilusión que tenemos entre manos, ya tenemos el terreno, la finca ya está adquirida y estamos en la formación de los proyectos en relación con la comunidad, una presencia permanente allá para hacernos sentir, para que esa población no quede defraudada. Los finqueros ya han depositado sus vaquitas, porque ellos están pagando con ganado, tenemos más de cien cabezas de ganado donadas, y hay un hacendado que nos ha donado cuarenta vaquillas.

Vamos a tener que vender algunas y a otras dejarlas ahí para que sean como el semillero de esa finca. Es un desafío. Es imprimir como un sello en los llanos venezolanos y que fluya por el resto de Venezuela. Esas cosas son las que le marcan a uno ¿Cómo te marca Fe y Alegría? Te marca por esas cosas, por esas demandas.

Creamos una escuela, por ejemplo, en Naranjales, por El Piñal, en el estado Táchira. Recuerdo que los habíamos citado un día a las 4 de la tarde a una reunión y estamos yendo de Mérida a El Piñal y en esos páramos el carro se nos quedó, y me llamaron por teléfono, lo lamentamos mucho, dije, no sabemos si llegamos hoy. Llegamos a las 11 de la noche y a esa hora la comunidad nos estaba esperando y nos reunimos una, dos horas, a discutir el proyecto. Yo estaba admirado, encogido, porque eso te empuja a realizar los proyectos y uno es parte de ese proceso catalizador de sueños. Ese sentir del venezolano que sí quiere, que sí sueña y que sí pone todos los medios para realizar esos sueños, es sumamente importante y si alguna cosa va a configurar una Venezuela distinta, es que ésa sea la tónica del país, un país que realice los sueños. Porque hay una voluntad de realizarlos, una voluntad colectiva de realizarlos.

Que así sea.

Prodavinci 

Comentarios (2)

Aldo Roncayolo
21 de julio, 2009

Fe y Alegría es una gran obra que no sólo hay que preservar sino expandir. Un gobierno inteligente se apoyaría en ellos para realmente incluir a todos los niños que están fuera del sistema.

Elvis Blanco-Duno
12 de junio, 2010

Ahora que el padre Orbegozo ha sido elegido nuevo Rector de la Universidad Católica Andrés Bello, esperemos que su labor se expanda mucho más. Felicidades, padre.

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