Artes

Estados fallidos

Por El Librero y Prodavinci | 28 de abril, 2009

Por Rachel Kushner

ruins1“Ruins”
de Achy Obejas.
205 pp. Akashic Books. Paper, $15.95.

En la Habana, donde una bolsa plástica se enjuaga cuidadosamente y se pone a secar, hasta los altos techos coloniales se convierten en un recurso reutilizable cuando demasiadas personas comparten un espacio. Con desechos de madera y unos pocos ladrillos puedes construir un segundo piso interior-una “barbacoa”, como se le llaman a estas modificaciones ilegales. ¿ Son estructuralmente seguras? Como no, hasta que llegan las lluvias tropicales, cuando debes empezar a rezar. O la persona que vive debajo de ti debe empezar a rezar, ya que su techo cruje bajo el peso añadido.

Tal es el aprieto de Usnavy, el atormentado héroe de “Ruinas”, la nueva novela de Achy Obeja. Usnavy y su familia quisieran una barbacoa propia. El duerme en un catre para que su esposa e hija de 14 años puedan compartir la única cama de su pequeño y húmedo cuarto. Pero Usnavy, un hombre de tierna convicción, que solo trata de hacer su parte como buen revolucionario, no es el tipo que desobedece abiertamente las reglas, aún cuando la humedad pone en peligro su biblioteca y borra los números de identificación de la partida de nacimiento de su hija-un ejemplo desafortunado del gusto que Obeja tiene por metáforas pesadas, cuyo mero título deja poco a la imaginación de como vemos las cosas en Cuba.

Dejando las legalidades de lado, Usnavy no puede construir una barbacoa porque el techo está ocupado por la única posesión de valor que tiene la familia: un candelabro estilo Tiffany, de casi siete pies de ancho, traído hace algún tiempo desde su casa cerca de Guantánamo. (Otro legado de Guantánamo es el inusual nombre de Usnavy, ni sonoro ni sutil, que su madre adaptó de las letras que vio pintadas en un buque de guerra.) Ahora Usnavy sube la mirada hacia el vidrio coloreado y sueña con África, sin importar que la lámpara es muy pesada para sus cadenas dejando caer los restos del yeso hacia el apartamento mientras el techo, y su consciencia, amenaza con colapsar.

“Ruinas” ocurre en 1994, durante la cúspide del “período especial” de Cuba, tras la caída de la Unión Soviética y la profundización de las sanciones norteamericanas, cuando Castro anunció que el que quisiera irse no sería detenido. Alrededor de Usnavy sus amigos y vecinos construyen balsas. Su misma esposa traiciona la revolución dándole de comer a su hija un pedazo de algo marinado que el vecino vende como carne. Si es carne o pedazos de una cobija vieja no es lo importante: el vecino está haciendo negocios capitalistas y Usnavy está en contra, aún después que se come el marinado, escondido y con culpa.

La escena es encantadora, triste y divertida, pero subraya un problema fundamental de “Ruinas”. Mientras el personaje de Usnavy está escrito con destreza, con profundidad genuina, también es un torpe inepto y un “tarado subdesarrollado”, políticamente ingenuo y desconocedor de las fuerzas históricas superiores. El embargo, por ejemplo, nunca se menciona. En cambio, todo se reduce a una sombría fe revolucionaria, que como la lámpara, es meramente un sueño trágico, pesado e impráctico.

Usnavy mantiene tanto la lámpara como su idealismo, pero selectivamente: a medida que el libro se reduce al simbolismo incesante, comienza a tomar partes de la lámpara para venderlas. Hacia el final, se destroza la mano tratando de alcanzar lo que cree ser una verdadera lámpara Tiffanny en una casa destruida por una tormenta, y luego regresa a su casa y la encuentra destruida también, “páginas sueltas de Martí” en el piso enlodado.

Es sometido a cirugía sin anestesia, mordiendo un pedazo de goma que especula ser la correa del ventilador de “un vibrante Ford o Buick.” Uno no duda de los detalles de Obeja, pero son tan obvios y literales que le dan al lector, como a Usnavy, poco respiro de su desilusión. Al final del libro, cuando se vuelve “hacia la pared”, enfermo y con el espíritu roto, no podemos culparlo.

c.2009 The New York Times
Distribuido por The New York Times Syndicate

Traducción: Gabriela Gamboa

El Librero y Prodavinci 

Comentarios (5)

Fernández Malavé
28 de abril, 2009

Achy Obejas es la traductora de la maravillos vida breve de oscar wao, de Junot Díaz. Excelente traducción.

Juan Carlos
23 de agosto, 2009

Por lo que he leído se ve super intensa ésta novela, sería genial que hicieran una película de ella, …pero se que no la permitirían! O por lo menos no creo que colocaran las escenas del Hospital cuando le están haciendo la cirugía de mano a Usnavy, mordiendo la correa de carro porque no hay anestesia! Es que me lo imaginé clarito!

Sydney Perdomo
23 de agosto, 2009

¡Interesante e intensa lectura que sin duda no podemos dejar de leer..Os agradezco el que lo comentasen acá, para que todos podamos mirarlo! 🙂

julio
24 de agosto, 2009

Venezuela pasa por un proceso coyuntural y a la vez bifurcado; debido a nuestra propia idiosincrasia; lamentablemente por muchos años nos han inculcado sentido de pertenecías equivocados.. Pues para asi poder manipularnos mediante sentimientos “patrióticos”. Aunque como seres tercos que somos y aprendemos más de los errores.

Particularmente veo hacia cuba y me siento algo ignorante; para mi aun existen muchos mitos y verdades que deberían ser mas publicados, expuestos hasta el cansancio. Aun así es importante exponer y seguir comprobando que el “socialismo marxista, es simplemente un antagonismo literario difícil de practicarlo.. Con lo cual a llevado a civilizaciones a la miseria y al individualismo.. Cosa irónica; ya que según promueve la unión del colectivo “para un bien común”.

Analuisade Giusti
25 de octubre, 2009

Lamentablemente los petrodolares dan para financiar”ideologías” como la cubana.

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