Artes

Andrés Boersner y Hector Torres conversan en torno a Rufino Blanco Fombona

Por Prodavinci | 20 de enero, 2009

Hector Torres, (Caracas, 1968), editor y escritor venezolano. Fundador del portal Ficción Breve Venezolana, entrevista a Andrés Boersner sobre su próximo libro.

Sentir admiración y defraudarnos con Rufino en una misma página no tiene nada de raro
Rufino Blanco Fombona entre la espada y la pluma
(Fundación para la Cultura Urbana), de Andrés Boersner

Por Héctor Torres

Cuando de biografías se trata, suele decirse que la estatura del biografiado depende en buena medida de la agudeza del biógrafo para entender al personaje objeto de su estudio. Lugar común aparte, Andrés Boersner nos entrega en Rufino Blanco Fombona entre la espada y la pluma (Fundación para la Cultura Urbana) un emocionante retrato de una figura capital de nuestra literatura, cuyo mayor mérito (teniendo muchos) reside en contribuir, no ya a la comprensión de un personaje contradictorio y difícil de juzgar y de justificar; sino a hacer más apetecible sumergirse en su historia, dándole vida (fogosidad, pasión, energía, violencia; es decir sacudiendo) a uno de esos sosos retratos de la enseñanza oficial, responsables en parte de nuestro desdén por nuestra propia historia.

Un estudio ameno, gráfico, de capítulos breves y de lectura ágil, en los que Boersner sabe resaltar atinadamente los episodios que mejor testimonian los aspectos abordados y los puntos de vista señalados.

Quizá la clave de dar con un perfil objetivo de este difícil personaje, se encuentre en que Boersner sabe, con mucha destreza, hacer de contrapeso y siempre ofrecer el punto de vista contrario, abriendo el espacio a lo opuesto: cuando es atacado, desmonta ciertos excesos; y cuando es exaltado, matiza y asoma la duda. Es el arte de hacer, pues, de abogado del diablo.

Héctor Torres: ¿Cuál fue la motivación inicial para estudiar la vida y obra de Blanco-Fombona? ¿Qué esperabas encontrar en tu estudio?

Andrés Boersner: Blanco-Fombona me pareció siempre un escritor polémico, alejado del discurso oficialista de la época y de la imagen acorsetada que le encontraba a sus compañeros de generación. Me llamó la atención desde el principio su manejo de géneros no convencionales, como el diario íntimo o la crónica. Un profesor de la categoria de Jesús Sanoja Hernández terminó de allanarme el camino. Busqué en Rufino al escritor contestatario, sonoro, pero me encontré con un intelectual de mayor trascendencia.

HT: ¿A qué crees que se deba que siendo uno de los autores venezolanos más conocidos en vida fuera de Venezuela, y cuya obra (editorial, política, literaria) fuese tan activa, Blanco Fombona tiene a ser poco reconocido en la actualidad?

AB: Creo que la misma naturaleza violenta y contradictoria del escritor impidió que se hiciera de amistades duraderas. Muchos lo respetaron o le temieron; otros lo observaban a distancia como un rara avis o un sobreviviente de la primera gran generación literaria latinoamericana. Él mismo tejió su leyenda e hizo que la gente se fijara más en la persona que en la obra, o que no pudiera dividir entre una y otra. Por eso las llamadas “leyendas vivientes” tienen corta vida. El análisis de los diarios, novelas, poemas o ensayos pasa generalmente por la simpatía o antipatía hacia el autor.
La situación de cambios políticos de la época, tanto en Venezuela (con la muerte de Gómez) como en España (con la guerra civil) hizo que la gente olvidara rápidamente a los sobrevivientes de generaciones pasadas. Rufino no se puso al día con los cambios y pasó de ser considerado un escritor de avanzada a uno de la retaguardia más reaccionaria.

HT: Esa fogosidad de hacer de la vida un hecho literario, esas contradicciones que lo acompañaron durante la vida, esa intensidad vital… ¿Con qué personaje de la literatura universal compararías a Rufino Blanco Fombona?

AB: Creo que su egotismo, sed de aventura, temeridad y conocimiento no lo emparentan con nadie en particular. Se parece un poco a los personajes que Rubén Darío y Gómez Carrillo apuntaban (Cellini, Lorenzo el Magnífico). Tenía en lo personal la misma capacidad organizativa y aventurera de Alejandro Dumás padre, la misma intermitencia (responsable-irresponsable) de un Balzac, la misma enfermedad polígrafa de ambos y una capacidad para la caricatura como la de Honoré Daumier. Su literatura es muy mestiza como para emparentarla con alguien en particular. Probablemente los escritores venezolanos que más se le parezcan sean Pocaterra, Argenis Rodriguez y Romero García. Y para complicar aún más las cosas los tres parecían personajes dostoyevskianos.

HT: A tu juicio, ¿las excelentes relaciones y amistades que trabó en Europa incidieron en su postulación al Nobel? O, al contrario, ¿Tuvo el gobierno venezolano la capacidad diplomática de bloquear esa postulación?

AB: Es obvio que su postulación fue un asunto de amistad y solidaridad. El ayudó a que la lista de solicitantes aumentara. Pero no creo que nadie se hiciera mayores expectativas con respecto al Nóbel. Por esa misma época lanzaron a muchos otros candidatos hispanoamericanos. Y varios de los que apoyaron la candidatura de Rufino eran personalidades políticas que nada tenían que ver con la literatura. El gobierno venezolano atacó esta postulación por vía diplomática y tambien mandó espiar a Rufino. Eso consta en informes de la época. Blanco-Fombona publicitó al máximo esa situación.

HT:¿Cuál fue el hallazgo más sorpresivo, el pasaje que no conocías que más te fascinó, de la vida de Blanco Fombona?

AB: El aspecto más difícil de plantear, el más chocante, tenía que ver con sus ideas de evolución social, de elitismo racial y del papel que asignaba a la mujer. Cuestiones que no se pueden justificar arguyendo el “pensar de una época”. Sentir admiración y defraudarnos con Rufino en una misma página no tiene nada de raro.

HT:¿Por qué teniendo un claro discurso antiimperialismo y una entusiasta fe en el porvenir de la unidad latinoamericana, además de un apasionado bolivarianismo, el actual gobierno no utiliza su pensamiento como bandera? ¿Acaso su elitismo racial, su origen burgués, o simple desconocimiento de su pensamiento?

AB: Un poco de ambas cosas: desconocimiento y la conciencia de contradicciones indefendibles. Para el gobierno resultaría un boomerang exaltar a Blanco-Fombona. Ojalá que en memoria de lo bueno y permanente del escritor nadie lo agarre con afanes populistas.

HT: ¿Cómo se resuelve esa contradicción, por ejemplo, entre declararse socialista y propugnar la necesidad de que en Venezuela destaque la raza blanca? ¿Cómo deben leerse esas contradicciones que tanto marcaron el pensamiento de Blanco-Fombona?

AB: Se explica por el cruce de planteamientos de la época: mezclas primitivas y mal digeridas de marxismo con darwinismo y lecturas de filósofos como Nietzsche y Schopenhauer, hechas a la carrera y en versiones mutiladas o mal traducidas. Pero tambien pesaba la carga emotiva, la herencia familiar y de clase. Y nada raro en un siglo donde unos cuantos izquierdistas apoyaron inicialmente a Mussolini o Hitler u otro tanto de conservadores admiraba a Stalin. Rufino se engrandece cuando es capaz de retractarse, a pesar de su orgullo y cuando se abstiene de caer en el cómodo y repugnante servilismo que si tuvo lo más brillante de su generación.

HT: ¿Consideras que la labor editorial y divulgadora de Blanco-Fombona se reconoce con justicia fuera de nuestras fronteras?

AB: Su labor editorial no ha sido justamente reconocida, a pesar de que se escribió un libro sobre el particular, editado por la cámara de libreros de España y escrito por la historiadora Yolanda Segnini.

HT: ¿Qué aspecto fundamental de la vida de Blanco-Fombona consideras que sigue en la sombra? ¿Cuál es el momento de su historia que aún queda por estudiarse? ¿Dónde está la deuda de los historiadores con este importante intelectual venezolano?

AB: Su lado negativo sigue sin estudiarse lo suficiente. Es un trabajo sucio que a nadie le gusta realizar pero que apuntaría de una forma brutal a otras fuentes y escritores de la época. Esto podría utilizarse con el simple propósito de descalificar entes o comunidades con fines populistas. Creo que el estudio de la escuela positivista en nuestro país reclama estudios más específicos. Me gustaría ampliar la investigación acerca del diario íntimo y el panfleto en nuestro país. Rufino fue un exponente excepcional de ambos géneros, pero hay otros que valdría la pena destacar en el futuro (Pío Gil, Argenis Rodriguez, por nombrar sólo dos).
La historiografía venezolana le debe mucho a Rufino por su palabra llana, por acercarnos a los hechos con bibliografía que hasta el momento se desconocía o desechaba. Mató estilísticamente a su abuelo, Eduardo Blanco, quien con la verborrea de su Venezuela heróica inundó las acciones hasta convertirlas en algo mitológico. Blanco-Fombona bajó a los dioses del Olimpo aunque su admiración hacia Bolivar lo llevó a excederse y contaminar sus escritos, aún los no históricos.

Su labor divulgativa y didáctica abrió las puertas y el interés en la propia España hacia la revisión de la época de independencia en nuestro continente y hacia el estudio de nuestra literatura. Su nombre merece citarse al lado de Rodó, Henriquez Ureña o Ugarte en esa aventura. Poco después vinieron Alfonso Reyes o Mariano Picón Salas a profundizar el estudio literario continental. Rufino tuvo una curiosidad y disciplina intelectual, una entrega y un respeto hacia ella que sería conveniente rescatar.

Héctor Torres (Caracas, 1968). Editor y escritor venezolano. Fundador del portal Ficción Breve Venezolana. Forma parte del equipo organizador de la Semana de la Nueva Narrativa Urbana y coordina el Premio de Cuento para Jóvenes Autores de la Policlínica Metropolitana. Ha colaborado en diversas publicaciones impresas y digitales, tales como la revista Veintiuno, BCV Cultural, Fundación para la Cultura Urbana, Letralia, Panfletonegro, entre otras. Ha publicado varios libros de cuentos y la novela La huella del bisonte (Norma, 2008).

Prodavinci 

Comentarios (1)

gustavo
21 de enero, 2009

Excelente entrevista! RBF es un personaje fascinante, sus diarios son lectura imperdible. Recuerdo especialmente los correspondientes a sus paso por el Orinoco, cuando fue gobernador de Amazonas. Anoto este libro de Andres Boersner en mi lista de adquisiciones caraqueñas. Saludos G.

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